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viernes, 18 de junio de 2021

Terapia Centrada en el Cliente y Esquizofrenia

                         DESARROLLOS CENTRADOS-EN-EL-CLIENTE 

Y EL TRABAJO CON ESQUIZOFRÉNICOS 


Eugene Gendlin [1]


Universidad de Wisconsin


Client-centered developments and work with schizophrenics. Journal of Counseling Psychology, 9(3), 205-212. (1962).


http://previous.focusing.org/gendlin/docs/gol_2141.html

 

 

Traducción: Luis Robles Campos (*).

 



Este artículo es un reporte descriptivo temprano sobre la psicoterapia con esquizofrénicos en un proyecto de investigación patrocinado por Carl Rogers. El proyecto emplea muchas medidas psicométricas y entrevistas, un grupo de control pareado, y cintas completas de las grabaciones de las entrevistas de terapia. El proyecto aún no se ha completado y por lo tanto aún no se ha establecido que una psicoterapia efectiva esté teniendo lugar. Mientras tanto, mucho está siendo clínicamente observado y aprendido. Los terapeutas están modificando la manera centrada-en-el-cliente de hacer terapia.

Este artìculo rastreará estos desarrollos en términos de las tendencias y teorías de la orientación centrada-en-el-cliente, pero claramente, lo que está ocurriendo se relaciona a un contexto más amplio de las presentes tendencias en el campo de la psicoterapia en general. Por lo tanto, empezaré citando algunos autores fuera de la orientación centrada-en-el-cliente, cuyas descripciones de su práctica indica al menos tres tendencias las cuales son compartidas por diversas orientaciones: Creciente énfasis sobre (1) la relación personal; (2) la espontaneidad del terapeuta y genuina expresividad; (3) la naturaleza subverbal, afectiva, preconceptual de la comunicación terapéutica básica. Fromm-Reichmann (1959) escribe:

El doctor debería ofrecer su presencia a pacientes solitarios, primero en el espíritu de no esperar nada, si no de ser tolerado, luego para ser aceptado simplemente como una persona que está allí. La posibilidad de que la psicoterapia pueda ser capaz de hacer algo acerca de la soledad del paciente, por supuesto, no debería ser verbalizada en este punto. Ofrecer cualquier sugestión similar en el comienzo del propio contacto con un paciente esencialmente solitario debería prestarse sólo para una o dos interpretaciones en la mente del paciente: Ya sea que el psicoterapeuta no sabe nada acerca de la inextricable y extraña cualidad de su soledad, o está asustado de ella.

Whitehorn escribe:

Los médicos B (no exitosos con esquizofrénicos) tienen la tendencia de ser, o bien pasivamente permisivos, o apuntar al paciente sus errores y malos entendidos ... mientras que los médicos A (exitosos con esquizofrénicos) hacen poca interpretación o instrucción, si no que expresan actitudes personales equitativa y libremente sobre los problemas que han sido hablados por el paciente, y ponen límites sobre el tipo y grado de conducta desagradable permitida.

Whitaker, Warkentin y Malone (1959) escriben:

La comunicación no verbal es de primaria importancia. El paciente debe evitar la verborrea intelectual, para que no sea una barrera para la relación afectiva inconsciente-a-inconsciente entre terapeuta y paciente.

El silencio como tal puede ser un valioso medio para conducir la comunicación entre el terapeuta y paciente.

El terapeuta no es simplemente una pantalla proyectiva, si no que un participante activo en una relación persona a persona en la cual él participa con la menor cantidad de maniobras técnicas posibles. El esfuerzo del terapeuta es comunicar, tan plenamente como sea posible, sus respuestas de sentimientos a la presencia del paciente, y sus experiencias en esta relación.

Estas tendencias de la terapia centrada-en-el-cliente hasta cierto punto recuerdan a los autores citados arriba y a otros. Por lo tanto, este artículo reportará mucho que no es nuevo. Por el contrario, la misma recurrencia de experiencias similares y métodos en diferentes orientaciones parecería apuntar hacia un fenómeno que merece atención. En las observaciones de estos autores, y según lo que yo reportaré en nuestras propias observaciones, la psicoterapia efectiva con esquizofrénicos parece ser ampliamente un proceso personal, expresivo, y concretamente experiencial o subverbal.

Cambios en la Aproximación Centrada-en-el-Cliente previos a su Aplicación con Esquizofrénicos.

Antes de que pueda reportar los más recientes desarrollos en la terapia centrada-en-el-cliente, debo reportar las tendencias y cambios en el método que ya estaban ocurriendo unos cuantos años atrás, antes que comenzara la investigación con esquizofrénicos. En ese tiempo, junto con la mayoría de las otras orientaciones, la terapia centrada-en-el-cliente estaba siendo menos sectaria, menos formal, más personal, más preocupada del sentimiento y la inmediatez, en lugar del contenido o de la reflexión verbal.

Tres líneas de modificación, especialmente, ya estaban siendo realizadas en ese tiempo:

1. Seeman (1956) y otros han encontrado errada la descripción de la respuesta centrada-en-el-cliente como un "reflejo de sentimiento". En varias maneras, el rango de conducta de respuesta del terapeuta está siendo ampliada. Rogers (1957, 1959), especialmente, amplió el espectro para incluir todos los modos de responder que pudieran manifestar las tres actitudes terapéuticas básicas: "comprensión empática", "consideración positiva incondicional", y "genuinidad". Un rango ilimitado de conductas del terapeuta pueden implementar y comunicar estas actitudes. Rogers hipotetizó que la terapia tomaría lugar si estas actitudes estaban presentes y eran comunicadas al cliente. Por lo tanto, las actitudes terapéuticas básicas, en lugar de conductas “centradas-en-el-cliente” específicas, son pensadas como los factores terapéuticos esenciales.

2. En una segunda línea de modificación durante estos últimos años, Butler (1958) y otros han sostenido que la espontaneidad del terapeuta está relacionada con el éxito en terapia. Rogers formuló como una de las tres actitudes terapéuticas básicas que "el terapeuta es congruente (genuino) en la relación". Por supuesto, la expresividad genuina no hace que el terapeuta pase la mayor parte de la hora verbalizando cada uno de sus propios sentimientos (más a menudo él podría estar experienciando genuinamente la conducta expresiva del cliente). Sin embargo, ha habido un esfuerzo sobre la transparencia sin defensividad y la genuinidad del terapeuta como la persona que es, libre de artificialidad profesional o personal.

3. Una tercera modificación era la creciente tendencia (Gendlin & Zimring, 1955; Hart 1961; Rogers 1959) de ver la terapia-en-el-cliente como consistente en eventos de sentimientos, en lugar de insights conceptuales. La teoría del "experiencing" (Gendlin, 1961a; 1962) enfatizó que un momento de proceso de sentimiento concreto podría contener implícitamente muchos contenidos psicológicos. Sería imposible conceptualizar todos éstos, aunque el cliente puede sentirlas todas como un referente directamente sentido dentro de sí mismo. Las respuestas terapéuticas ayudan al cliente a referir directamente su proceso de sentimiento presente y a maximizar e intensificar este proceso (Rogers, 1959). Las condiciones interactivas de las situaciones terapéuticas son vistas como constituyendo nuevo experienciar de una manera más plena e inmediata (Gendlin, y cols., 1960).

Como mostraré ahora, estas tres tempranas líneas de modificación en la aproximación centrada-en-el-cliente han crecido para ser las principales características de la terapia con esquizofrénicos.

Terapia Centrada-en-el-Cliente en su Aplicación con Esquizofrénicos.

Reacciones Características del Cliente.

¿Qué es, en la respuesta individual del esquizofrénico a la psicoterapia, lo que ha acelerado estas ya incipientes líneas de desarrollo? Mencionaré cuatro características bien conocidas de la manera en que muchos individuos esquizofrénicos responden a la psicoterapia:

"Sin Motivación": Los clientes fueron seleccionados de acuerdo a criterios del diseño experimental (edad, sexo, clase social, tiempo de hospitalización, grado de perturbación) como variables de corte tranversal. Cuando se encontraban dos individuos que se calzaban mutuamente con el otro en todas estas variables, se lanzaba una moneda para determinar quien era del grupo de control sin terapia, y cual recibiría terapia. Este método obviaba la selección más usual para terapia. Usualmente los individuos que son responsivos al equipo y que se vuelven conocidos para ellos son asignados a psicoterapia. De esta manera, las personas motivadas muy a menudo se seleccionan a sí mismas. Nosotros esperábamos y deseábamos un grupo de clientes cuyo pronóstico no sería sesgado favorablemente por tal auto-selección. Este objetivo fue más que logrado.

Silencio: La segunda reacción característica, encontrada con la mayoría de estos clientes, fue el silencio. Esto no eran los períodos ocasionales de silencio que nosotros asociamos con la terapia profunda, si no que silencio continuo, entrevista tras entrevista, a menudo a lo largo de toda la entrevista con la excepción de unas cuantas oraciones.

"Ausencia de Exploración": Una tercera característica refiere el carácter no exploratorio, a menudo sin foco interno de lo dicho. El proceso terapéutico verbal a menudo parece ausente. A menudo hay un rechazo de reconocer sentimientos explícitamente, incluso aunque ellos estén siendo implicados. Hay un alto grado de externalización. Los problemas e intereses son localizados en otros y en circunstancias externas. [2]

Incluso cuando hay breves períodos de aparente auto-exploración, o de comunicación verbal profunda, estos no llegan a convertirse en un proceso continuo.

Los pròximos encuentros pueden nuevamente ser estériles de comunicación verbal profunda, como si nada hubiera pasado. La persona parece no estar involucrada en una exploración de sí misma para aproximarse a sus problemas subjetivos. Verbalmente, hay una expresiòn emocional irregular y no explorativa.

Interacción subverbal intensa. Una cuarta característica es la intensidad de la interacción subverbal. A menudo parece que el individuo ha renunciado a las sutilezas de la sociedad civilizada, y a la comprobación verbal o consensual. Las impresiones subverbales lo guían. Si su impresión es que la cara del terapeuta refleja desagrado, perturbación, rechazo, su respuesta es instantánea y probablemente será total. Por ejemplo, cuando dudo por un momento en medio de estar diciendo algo, mi cliente se aleja de mí. Es como si todo en un instante de mi ambivalente y semi-inconsciente dificultad para formular mi mensaje, es suficiente para él y para alejarse de eso. Movimientos ligeros en cualquier parte de nuestro cuerpo constituyen una intensa comunicación subverbal. Temprano en la terapia, mi interés y curiosidad por él, a menudo es visiblemente difícil para que él lo soporte. Más verbalmente después, él puede decir: "Tus orejas son muy grandes", o menos dramáticamente, "No se si te debería decir algo o no. Eres demasiado curioso". En muchas interacciones, yo no puedo saber si lo que estoy viviendo subjetivamente con el cliente es algo parecido a lo que él siente, pero sé que estamos involucrados en una memorable y profunda interacción subverbal sentida.

Actitudes del Terapeuta.

Según lo que mencioné antes, el método centrado-en-el-cliente ya no se define en términos de técnicas específicas o modos de respuesta, sino más bien en términos de ciertas actitudes básicas (Rogers, 1957, 1959). Muchas orientaciones diferentes, técnicas, y modos de respuesta del terapeuta podrían modificar estas actitudes. Por lo tanto, las actitudes que describiré no están limitadas a la terapia centrada-en-el-cliente, aunque ellas por sí solas definen "terapia centrada-en-el-cliente."

El terapeuta que intenta compartir los sentimientos y percepciones psicóticas del cliente, ve poco calor terapéutico en los conceptos explicativos. Estos no ayudan a que el individuo alcance su propio experienciar. Debido a que la persona hospitalizada es tan a menudo “administrada," su caso "dispuesto" en alguna forma, sin mucha referencia a su propio experienciar, hay una tendencia a discutirlo en términos de conceptos diagnósticos explicativos. En términos de tales conceptos tenemos un conocimiento generalizado. En contraste, el terapeuta que intenta ser “empático” focaliza su atención sobre el propio experienciar del individuo, en la medida que el terapeuta pueda sentirlo.

2. A menudo, en un contexto hospitalario, las conductas, agresiones, síntomas manifiestos, y acting outs se convierten en el foco más importante de atención. El cliente hospitalizado a menudo es castigado o corregido. El terapeuta, por el contrario, busca percibir al cliente estando del lado del cliente (se vuelve su "abogado," como Betz y Whitehorn [1956] sugieren), y tiene una cálida "consideración” por él como persona. Es tan cierto sobre los psicóticos, como de otras personas, que en la medida que uno llega a conocer a la persona más profundamente, uno la quiere muy personalmente, si las preocupaciones con factores externos no interfieren.

3. En un contexto hospitalario, hay un notable aislamiento del cliente. No sólo son sus contactos interpersonales acotados físicamente, si no que sus contactos son también cualitativamente limitados, ya que a menudo, literalmente, no se le responde. Sus palabras a menudo no son tomadas como un mensaje serio proveniente de una persona. Similarmente, es común para personas profesionales retener sus verdaderas respuestas y sustituirlas por algùn stock respuestas profesionalmente apropiadas. En contraste, si el terapeuta intenta ser "genuinamente" él mismo, y ser auto-expresivo, entonces él es principalmente un ser humano capaz de romper el aislamiento esquizofrénico; él trae un contacto humano directo. Y, aunque el esquizofrénico puede no ser capaz de encontrarse con esta aproximación humana, sin embargo, él ha tenido un rol igualmente humano en la situación de terapia. Él puede llenar este rol o dejarlo vacío, pero está constantemente presente como un completo rol humano.

Cómo estas “Actitudes del Terapeuta” inicialmente hacen las reacciones características del cliente más particularmente notables.

Generalmente, el dolor y el aislamiento de los esquizofrénicos, y el modo no voluntario en que estos clientes han sido asignados a psicoterapia, podrían contar para sus rechazos, silencios y ausencia de exploración verbal características. Aunque yo pienso que las actitudes de estos terapeutas tendieron a traer más fuertemente justo tales reacciones, y por lo tanto condujeron a las modificaciones en este modo de terapia.

Un terapeuta que está acostumbrado a iniciar la terapia respondiendo a las motivaciones y sentimientos del cliente, por seguro se sentirá fuertemente afectado por la indisposición del cliente a encontrarse con él. Tal terapeuta, por seguro se sentirá temporalmente deprivado de la base desde la cual él trabaja.

Similarmente, un terapeuta cuyo foco principal es compartir el experienciar subjetivo actual del cliente, un terapeuta que le importan poco las explicaciones externas y las correcciones conductuales, es más probable que note, como una característica distintiva, la falta de foco subjetivo del cliente.

El terapeuta que está acostumbrado a facilitar la autoexploración con la respuesta empática también estará especialmente entrampado, y perdido, por el gran monto de comunicación subverbal. Este es el tipo de comunicación con la cual está entrenado para empatizar aunque el individuo psicótico a menudo no intenta explorar, o formular verbalmente, estas comunicaciones. Mientras el terapeuta intenta comprender verbalmente, el cliente se retira más.

El terapeuta que está acostumbrado a valorar la búsqueda privada frecuente del cliente dentro de sí mismo, no suele interrumpir los silencios. Naturalmente, él encuentra silencios extensos dentro de la hora y secuencia de horas.

Yo creo que los terapeutas con otros métodos también encuentran las reacciones del cliente que he descrito, pero quizás ellos podrían no verlo tan llamativo como cuando cuando es visto en términos de la aproximación centrada-en-el-cliente.

Sería más simple describir nuestras experiencias al decir que cuando la terapia parece no ir bien, el terapeuta siente una necesidad de alterar su modo de aproximación. Primero están los conflictos que ocurren en el terapeuta debido a estas características reacciones del paciente, conflictos que hacen imposible para el terapeuta retener sus actitudes acostumbradas. Él se llega a sentir muy poco terapéutico y busca maneras de alterar la situación, así como restaurar dentro de sí mismo sus actitudes terapéuticas más familiares. Él puede encontrar diferentes conductas así como retomar las mismas actitudes con las cuales él está acostumbrado como terapeuta. Pero las maneras de actuar alternativas obvias tampoco restauran sus propias viejas actitudes. El resultado es un proceso (que sigue sucediendo aquí) de sensitivamente evolucionar alternativas bastante  nuevas de respuestas terapéuticas, donde las previas parecen no ser buenas alternativas.

Hay tres etapas en este proceso:

Conciencia del Conflicto.

El cliente está en silencio, o habla trivialidades. Los intentos de verbalizar sus comunicaciones implícitas lo hacen enojarse, asustarse o retirarse; o, mientras tratamos de responder a un nivel más profundo de sentimiento, encontramos que el cliente simplemente no tiene intención de mirarse a sí mismo más profundamente; y nos malentiende. Nosotros tenemos toda clase de impresiones e imágenes de lo que el cliente siente, ya que subverbalmente él se comunica. Nos preguntamos qué hacer con toda esta riqueza de eventos que ocurre en nuestro propio experienciar momento a momento, mientras nos sentamos silenciosamente o conversamos superficialmente. Sentimos mucha empatía pero podemos mostrar poca. Mientras avanzamos sobre un nivel casual, o en silencio, nos preguntamos si no nos estamos permitiendo ser tan indefensos como esta persona temerosa. Estamos en conflicto, no sabiendo si presionar más firme o intentar siendo aún más protectores. Nos culpamos a nosotros mismos por tanta espera sin ayudar; luego, minutos después, por demasiada interrupción, presión y demanda. Nos preguntamos si el cliente está haciendo algo significativo con nosotros, o si le estamos fallando. Nos volvemos impacientes e irritables al dar tanta receptividad interna mientras tan poco parece ser comunicado. Valoramos profundamente cualquier pequeña o trivial comunicación que él nos da, y no queremos presionarle. Pero aun nos sentimos deshonestos cuando aparentemente asentimos al silencio o a este nivel trivial de comunicación. Obviamente, en tal condición, nos sentimos bastante ajenos con nosotros mismos como terapeutas. A fin de intentar restaurar la condición interior con la que estamos familiarizados como terapia, llegamos a actuar de maneras no familiares. 

Intentar Alternativas Disponibles.

El cliente rehúsa encontrarse con el terapeuta. ¿Debiera ser coaccionado, o debiera permitirse que la relación se termine antes de que haya comenzado realmente? Ninguna alternativa es aceptable. El terapeuta va a encontrar al individuo en el patio (una especie de coerción), pero le deja libre de alejarse. Ahora la participación del cliente no lo compromete, tampoco su alejamiento constituye un rechazo comprometedor. El terapeuta lo visitará de nuevo después en la semana, y hará eso explícitamente porque él así lo quiere. Esto deja que el término de la relación por parte del cliente quede indeterminado hasta que él lo disponga. El terapeuta declara su propio deseo de encontrarse con el cliente, sus intereses y sentimientos respecto de esto. a pesar de la negativa o falta de reacción. Ciertamente, el terapeuta toma más iniciativa de esta manera de lo que usualmente lo haría. Por lo tanto, él intenta encontrar modos de tomar iniciativa que estén basados en sus propios sentimientos, y que no tomarán el lugar de aquellas iniciativas que puedan más tarde surgir en el cliente. Es una peculiar y sutil resolución del dilema. En ciertos respectos, el terapeuta toma más iniciativa (por sí mismo), aunque en otros respectos él toma menos iniciativa que nunca (por el cliente). Ni siquiera se asume o se demanda el acuerdo del cliente en tratar de formar una relación.

Nuevos Modos de Actuar.

La misma tendencia de mayor expresividad con menos imposición aplica no sólo a nuestro modo de iniciar la psicoterapia, si no que a nuestro completo modo de trabajar durante la psicoterapia. Nosotros encontramos que incluso cuando no podemos saber qué es lo que el cliente está pensando o sintiendo, podemos responder a él. Si él está en silencio, yo, como terapeuta, puedo estar tranquilo en la oscuridad acerca de lo que él está pensando o sintiendo, sólo sabiendo lo que yo estoy pensando y sintiendo, y cómo yo lo imagino a él. En la medida que expreso mi sentimiento presente y mis vagas imágenes sobre lo que puede estar pasando entre nosotros ahora, una cualidad muy personal entra en mis expresiones. Estoy dando palabras a mi incesante experienciar con él. Hay una cualidad de riesgo personal y apertura en mí, diciendo estas cosas. Hay una cualidad de gentil cercanía en mis imaginaciones y sentimientos. En mis expresiones, a menudo yo declaro también mi intención en decir lo que digo, y mi incertidumbre acerca de lo que está pasando en él. Yo digo claramente: "Esto es lo que está pasando en mi ahora" o "Esto es lo que yo imagino que está pasando en ti (o entre nosotros), pero no puedo estar seguro." El cliente vive en un contexto responsivo compuesto de mi persona y mi interacción expresiva con él. Por lo tanto, su lado de la interacción puede ser bastante tentativo, implícito, hasta que él desee hacerlo explícito.

Similarmente, el cliente externalizado que reporta eventos moviliza en mi muchos sentimientos por él, e imágenes de él. Yo deseo escuchar desde él algo mucho más profundo, darle la bienvenida más personalmente. En sus descripciones de incidentes, lo siento envuelto de muchas maneras. Yo puedo expresar esto (como imaginaciones propias). Yo llego a tener más, y más a menudo, un sentido de la persona que él es y que él omite en su reporte de eventos. Yo me vuelvo el único que expresa los sentimientos, que se queja, llora, justifica, entiende el lado privado de las cosas que son malentendidas. Expreso gentilmente mi desconcierto o sorpresa sobre el dilema en que él está. Pero estas son mis expresiones como una persona abierta y expresiva.

Yo me expreso a mi mismo de un modo (y esto toma unos cuantos pasos de auto-atención cada vez) que claramente declara mi sentir (no algún juicio o deducción), y que está basado en mis sentimientos por él y mi deseo de estar cerca de él. Tanto con la persona silenciosa, así como también con la que sólo reporta eventos, doy voz a lo que yo experimento o imagino en él o en los eventos que reporta. Yo le doy voz como mi momentáneo proceso interno mientras nosotros interactuamos. Uno puede decir que estos terapeutas frecuentemente establecen y continúan las relaciones a través de expresarse a sí mismos abierta y genuinamente. Este procedimiento parece dejar libre a la persona inarticulada y temerosa, aunque le da una relación en el momento en que aún no puede hacer mucho para formar o mantener una.

Teoría.

Los cambios, relativamente sutiles, en el énfasis que constituyen las modificaciones en la aproximación centrada-en-el-cliente previas a su aplicación con psicóticos, se han vuelto desarrollos observables mayores. Para concluir este reporte, quiero presentarlos juntos. Las tres direcciones de modificación que mencioné son: (1) Actitudes, en lugar de conductas centradas-en-el-cliente, como factores terapéuticos; (2) Expresividad genuina del terapeuta; (3) El experienciar (el proceso de sentimiento preconceptual) constituye la terapia, en lugar de la auto-exploración verbal. En una formulación teórica lo suficientemente breve para situar este temprano estado de observación, yo puedo formular estas tres direcciones en una fórmula: Las actitudes terapèuticas (1 arriba) se manifiestan así mismas en conductas interactivas a través de la genuina auto-expresión del terapeuta (2 arriba), y esta interacción abierta afecta la naturaleza del proceso experiencial presente del cliente (3 arriba), de modo que a pesar de la amenaza y el aislamiento que él pueda encontrar, su experienciar ocurra más óptimamente y en una interacción.

Algunas Preguntas Abiertas.

Los resultados completos del estudio deben ser esperados para los grupos experimentales y grupo pareado de control, antes de que podamos saber si la psicoterapia efectiva con esquizofrénicos está tomando lugar. El presente artículo es por lo tanto un reporte de la práctica actual. La evaluación de su efectividad está aún abierta a cuestionamiento.

 Generalmente la psicoterapia, con cualquier tipo de población, parece envolver no sólo la verbalización, si no que más fundamentalmente, la referencia interna del cliente a, y la lucha con, su experienciar directamente sentido. El dato interno del individuo, concretamente sentido, parece ser el asunto real de la psicoterapia, no las palabras. Puede ser especialmente cierto para los esquizofrénicos, pero parece cierto para cualquiera, que el experienciar sentido es significativo de un modo preconceptual en lugar de un de modo sólo conceptual. El experienciar sentido puede ser infinitamente diferenciado y conceptualizado, aunque es concreto y nunca consiste realmente en palabras o conceptos.

El esquizofrénico puede mostrar esto especialmente, ya que él está tan a menudo perdido y desinteresado, y los significados preconceptuales de su experienciar al principio le hacen parecer tan aparte de otras personas y tan incomunicable, que el silencio o unas cuantas palabras sin lógica son la única expresión posible. Muy a menudo, uno puede ver que sus pocas declaraciones surgen desde un proceso memorable y concretamente sentido; y que las interacciones con el terapeuta están afectando o habilitando este proceso. En principio, la psicoterapia generalmente, y no sólo con esquizofrénicos, puede ser considerada fundamentalmente como un proceso de experienciar sentido en el contexto de respuestas interpersonales. Si eso es correcto, el proceso del cliente y del terapeuta descrito en este reporte sería, en el sentido más básico, como aquello que ocurre en cualquier psicoterapia.

Recibido el 15 de Octubre de 1961.

Referencias.


  • Betz, B., & Whitehorn, J.C. The relationship of the therapist to the outcome of therapy in schizophrenia. Psychiatric research reports of the American Psychiatric Association, 1956, 5, 89-106.

  • Butler, J. M. Client-centered counseling and psychotherapy. In D. Brower and L. E. Abt (Eds.), Progress in clinical psychology, Vol. III. Changing conceptions in psychotherapy. New York: Grune & Stratton, 1958.

  • Ellinwood, Charlotte. Some observations from work with parents in a child therapy program. Counseling Center discussion papers, Vol. 5, 18. Univer. of Chicago Library, 1959.

  • Fromm-Reichman, Frieda. Psychoanalysis and psychotherapy. Selected papers of Frieda Fromm-Reichman. D. M. Bullard (Ed.), Univer. of Chicago Press, 1959.

  • Gendlin, E. T. Experiencing: A variable in the process of therapeutic change. Amer. J. Psychother., 1961, 15, 233-245. (a)

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  • Gendlin, E. T., & Zimring, F. M. The qualities or dimensions of experiencing and their change. Counseling Center discussion papers, Vol. 1, 3. Univer. of Chicago Library, 1955.

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  • Whitaker, C. A., Warkentin, J., & Malone, T. P. The involvement of the professional therapist. In A. Burton (Ed.), Case studies in counseling and psychotherapy. Englewood Cliffs, N. J.: Prentice Hall, 1959.

  • Whitehorn, J. C. Studies of the doctor as a crucial factor for the prognosis of schizophrenic patients. Paper from the Henry Phipps Psychiatric Clinic of the Johns Hopkins Hospital.

Notas al pie de página.

[1] El proyecto fue financiado por la Sociedad por la Investigación de la Ecología Humana y la Fundación de Investigación de los Alumnos de Wisconsin. Actualmente es financiado por el Instituto Nacional de Salud Mental. El proyecto se está llevando a cabo en el Hospital Estatal de Mendota, Madison, Wisconsin, con la colaboración de W. J. Urben, Superintendente,y G. Tybring, Director Clínico.

[2]En este respecto, los clientes esquizofrénicos recuerdan a los clientes que usualmente fallan en la terapia centrada-en-el-cliente de acuerdo a las acertadas predicciones de estudios con la Escala de Kirtner de la puntuación de la primera entrevista (Kirtner & Cartwright, 1958). El final de la escala sobre predicción de fracaso indica locus de control externo y la falta de exploración interna.

Otro grupo de individuos que usualmente ponen dificultad para la terapia centrada-en-el-cliente son los padres descritos por Ellinwood (1959), que traen a sus hijos a terapia de juego y buscan ayuda para sí mismos también, pero no quieren o esperan que tal ayuda sea la psicoterapia.

Si los desarrollos de la psicoterapia con esquizofrénico, descrita aquí, son exitosos, ellos pueden pueden aplicar también para estos grupos de clientes y para muchos otros.