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miércoles, 19 de mayo de 2010

Despejar un Espacio con una Cliente Limítrofe.


‘DESPEJAR UN ESPACIO’
CON UNA CLIENTE LIMÍTROFE

Doralee Grindler

“’Clearing a Space’ With a Borderline Client”, en Focusing Folio, 2 (1), 5-10, 1982.

Traducción: Luis Robles Campos (*)



Estoy trabajando con una cliente que ha sido diagnosticada por su psiquiatra como limítrofe, con una psicosis latente subyacente. Ella toma tryvil, una medicación que combina anti-depresivos y anti-psicóticos, la cual le fue prescrita dos años atrás cuando ella tuvo un episodio psicótico-paranoico. Ella vino al Centro de Consejería y Psicoterapia de Chicago siete meses atrás, antes de una serie de, lo que era sentido por ella como, experiencias negativas con psicoterapeutas y psiquiatras.

Durante nuestra visita inicial, me encontré con una mujer joven, obesa, de 27 años que continuaba viviendo con, y siendo mantenida por, su mamá. Ella proviene de un hogar destruido; su madre es una mujer alcohólica y había sido cajera toda su vida adulta, continuando viviendo apenas sobre el nivel de la pobreza. En este tiempo, cuando recién conocía a L. no había un afecto normal en su voz ni tampoco en sus gestos físicos. En lugar de eso, su cuerpo estaba extremadamente tenso y rígido, y su voz estaba también tan tensa que yo sentía como si estuviera hablando con una mujer anciana. Mientras ella empezaba a hablar sobre sí misma y sobre su vida, literalmente, yo no encontraba nada positivo. Cada cosa era o bien demasiado aterradora o todos eran demasiado crueles, críticos, incomprensivos y no confiables. Ella estaba completamente estancada en un pantano de ansiedad y de intrincados pensamientos y fantasías. Sólo asistir a la oficina, o salir de ella y esperar un bus, era un evento que le tomaba tremenda energía para contrarrestar una ansiedad paranoica.

Yo reconocí inmediatamente aquello que estaba haciendo tan difícil para ella conseguir ayuda, y era que ella experimentaba cualquier respuesta fuera de su marco de referencia como una crítica, así que cualquier consejo, interpretaciones, o pensamientos e impresiones ordinarias eran experimentados como “Nadie me entiende”. Así que, por el primer mes no hice nada excepto escuchar reflectivamente. Esta era una posición difícil porque todo lo que ella decía era negativo, pero había un ligero impacto: “¿Quieres decir que lo que estoy tratando de decir te hace cierto sentido?”

Yo también sabía que esto no era suficiente porque lo que ella estaba tratando de explicar era acerca de un estado de ansiedad que generaba un proceso de pensamiento y una vida fantasiosa extremadamente caótica. No había una experiencia real para que ella compartiera, y ninguna interacción con el mundo que pudiera comprometer algo de juicio de realidad y alguna confirmación de que ella fuera una persona, un sí mismo.

Así que en este punto comencé a utilizar el Paso Uno del proceso de Focusing, Despejar un Espacio. Continué escuchando en nuestras sesiones, con una adición. Después de un informe detallado de todos sus problemas, yo le decía: “Sí, están todos estos problemas que es muy importante resolver, pero hay un lugar en ti donde estás completamente bien ahora”. Después que yo decía esto, ella se ponía bastante quieta y me miraba fijamente. A veces ella podría argumentar conmigo y luego yo lo podría declarar afirmativamente de nuevo (que había un lugar dentro de ella donde todo estaba completamente bien ahora). Entonces ella se pondría muy quieta, como si ella se estuviera embriagando con mis palabras.

Después de varias semanas de lo arriba, yo la introduje al método de Focusing y le sugerí que leyera el libro, lo cual ella hizo. Mientras yo le describía cómo era focalizar, ella relacionó el proceso a las pocas veces en su vida en que estuvo lo suficientemente relajada para sentir algo dentro de ella en lugar de ansiedad aguda. Yo reforcé cada uno de sus ejemplos, así como los momentos en que ella estaba focalizando.

Una vez que ella leyó el libro y se había desarrollado una confianza en que el Focusing podría ayudarle, comencé a hablarle acerca de la sensación sentida. Esto era particularmente importante porque hasta este punto, la mayor parte con lo cual ella estaba en contacto eran pensamientos y auto-análisis. El concepto entero de sentir algo y permitir que algo surja era completamente ajeno para ella, y comenzar a encontrar esto dentro de ella fue un cambio mayor en el proceso de la terapia. Ella venía a nuestras sesiones queriendo aprender “este Focusing”; y comenzamos con ella sintiendo lo que había allí y luego esperando. Al principio, ella esperaría dos segundos y luego decía que no había nada allí. Entonces yo le tomaría el tiempo, diciéndole que tomaba al menos treinta segundos. Gradualmente, ella comenzó a tener la experiencia de algo surgiendo desde su cuerpo.

Lo que me guiaba en mis respuestas a ella desde este punto en adelante (después que ella experimentaba una sensación sentida) era el Paso Uno: Despejar un Espacio. Ya que ella estaba totalmente abrumada por todo lo que estaba mal, yo sentí que era importante para ella no trabajar sobre ningún asunto. Ella necesitaba desesperadamente algo de espacio entre “todo aquello” y ella. Pero más que eso, ella necesitaba encontrar su Sí Mismo interno, su propia fuente de fortaleza y potencial desde la cual ella pudiera experimentar energía positiva para luego abordar sus problemas. Esto comenzó a pasar durante el quinto mes de la terapia:


L: Hay algo aquí que es muy pegajoso.

D: Es muy pegajoso. ¿Puedes encontrar una forma de poner eso abajo?

L: (Silencio) No quiere bajar. Se me está pegando. Se quiere pegar a mí.

D: Ok, así que realmente quiere permanecer pegado a ti. ¿Puedes sentir qué es tan importante acerca de este lugar pegajoso para permanecer pegado a ti?

L: Bueno,… Es una clase de ‘soy yo’, es lo que me sostiene, es como el pegamento de mi personalidad. Pero se siente horrible, realmente me controla…

D: Así que ese lugar realmente has sido tú, y nosotros no queremos apartar eso, sólo queremos obtener cierto espacio desde eso… ¿Dónde puedes colocar ese lugar pegajoso ahora mismo?


L. y yo trabajamos de esta manera por veinte minutos buscando una manera de poner ese lugar abajo. Finalmente bajó y ella sintió un tremendo alivio. Mientras nuestra sesión terminaba ella dijo: “Ok, sabes qué, ese lugar pegajoso, ¡ese es mi lugar paranoico! Ella ahora ya no era más una persona paranoica. Ella tenía un lugar paranoico y otro lugar donde ella estaba bien. En la siguiente sesión ella tomó otro paso hacia el fortalecimiento de este nuevo lugar positivo.


L: Me siento bien hoy. Una clase de sentimiento como si me estuviera alejando de todo ese tiempo cuando yo estaba paranoica. Se siente como si se deslizara hacia el pasado. Espero que se quede ahí…

D: Hay una nueva perspectiva, un nuevo sentimiento…

L: Yo me daba cuenta de esto el último tiempo, que yo estaba paranoica. Era realmente difícil para mí dejar de pensar en eso, como si fuera irreal, que nada de eso ocurrió. Y continuo pensando: ‘Bueno, quizás es verdad’. No podía dejar de pensarlo.

D: Y ahora te estás sintiendo más como si eso estuviera en el pasado y estás bien ahora.

L: Si, se siente bien estar en la tierra de nuevo.

D: Me gustaría sugerir que le prestes atención al lugar que está bien que tienes ahora, para permanecer con él, como lo hiciste la última vez, y ver qué hay en ese buen sentimiento.

L: Mmm… Parece una buena idea, simplemente parece divertido focalizarse sobre algo positivo (ríe). Bueno... Se siente nuevo, fresco, intacto, pienso... Mi mente trata de saltar sobre eso y decir: ‘Bueno, por qué habrías de sentirte de esa forma’.

D: Entonces las palabras son frescas, intactas. ¿Es eso correcto?

L: Sí, como un recomenzar. Tú sabes que cuando me siento así, me puedo relajar acerca de todas las otras cosas. Puedo dar un paso atrás y mirar las cosas más objetivamente.

D: Así que hay un lugar calmado, más centrado aquí, donde tú puedes mirar tus problemas desde fuera de ellos y no estar tan atada a ellos.

L: Es la quietud. Es realmente destacable.

D: Permanece con lo que toca lo más profundo. Lo puedo ver en tu cara… Es la quietud.

L: Sí, parece muy sorprendente. Supongo que quiero entender cómo llegué aquí (risas).

Es relajante. Se siente como si no necesitara nada, lo que contrasta cuando eso era todo en lo que podía pensar.

Aún no puedo más que preguntarme cómo fue que llegué aquí. Tengo un sentimiento de personas yéndose de vacaciones a este lugar y realmente es un lugar interior. Esto me recuerda algo de cuando yo era pequeña. Yo solía tener una ensoñación, supongo que porque yo tenía un hogar estresante. Solía tener una ensoñación de que podía construir una casa dentro de mi propia casa, y que yo podía mirar hacia afuera pero que ellos no podían mirar hacia adentro. Y yo podría vivir allí, y esto me recuerda a eso.

D: Esa es una imagen agradable. Estás construyendo tu propio marco de referencia, tu propia casa solida dentro de ti, incluso aunque la casa en la que viviste no fuera muy sólida o segura.

L: Sí…Pienso que se…que tengo algo de suerte.

Fui y te traje un presente (un regalo de bodas). Está ahí. Y pensaba en mi interior: ‘Qué puedo comprar. Quiero comprar algo que se sienta bien’, así que fui a este lugar y la primera tarjeta que vi se sentía bien. Y fui para buscar un regalo e iba a conseguirte algo más, y miré eso pero no me pareció lo correcto y luego encontré esta otra cosa…Puedes verlo y recordar qué es acerca de cómo me encontré a mí misma.

D: Fue en el proceso de elegir algo para mí que sentiste que era lo correcto para ti.

L: Cuando vi esto se sentía como lo correcto.

D: Ese proceso te trajo a un lugar muy especial dentro de ti.


Durante este tiempo mi meta principal, la cual fue reflejada en las respuestas que le hice a L. arriba, fue apuntarla en la dirección del Sí Mismo dentro de ella que está separado de todos sus problemas. Dada la complejidad de sus dificultades emocionales, uno fácilmente podría concluir que no había ningún Sí Mismo, pero lo que emergió en nuestro proceso juntas fue que su Sí Mismo estaba profundamente enterrado bajo el dolor de muchas experiencias negativas. Tuvimos que colocar todo aquello abajo primero, tuvimos que sacar todo ese “equipaje” de ella antes que pudiera encontrar su Sí Mismo de nuevo. Su recuperación de una fantasía de niñez de construir su propia casa dentro de su casa real reveló una importante verdad para ella. Incluso aunque hubiera estado paranoica, incluso aunque ella no hubiera recibido cuidado cuando era niña, aún había un profundo potencial para un Sí Mismo dentro de ella, el cual, pienso, estamos comenzando a tocar.

El segundo movimiento del Focusing que ella aprendió es igual en importancia a Despejar un Espacio, tiene que ver con cómo L. encontró el buen lugar de nuevo. Externamente, involucró comprar un regalo de bodas para mí. Pero internamente ella buscó y encontró algo que se sentía exactamente correcto para ella en el presente. Ella dejó ir el pasado (atrapado en fantasías y pensamiento paranoicos que la mantenían aislada de la experiencia presente), y buscó algo que encajara (como cuando encontramos la palabra ‘asidero’ y la ‘resonamos’). Cuando el ‘asidero’ encajó, la sensación sentida se hizo más grande, más disponible. Para L., en este proceso, la sensación de “Estoy bien”, “Estoy viva y calma”, “Soy creativa” vuelve al punto de “resonar” en el presente.

Concluiré diciendo que de una manera lenta pero destacable, la conducta de L. está comenzando a cambiar. En lugar de evitar a todas las personas debido a su ansiedad aguda, ella está empezando a hablar a la gente y actualmente se siente bien acerca de eso. Ella vino a un taller de “jardinería” el cual está atestado de gente. Ella tiene un ataque de ansiedad de vez en cuando, pero se mantiene entera y vuelve a disfrutar el resto del día. En el pasado, el criticismo de su madre la dejaba devastada. Ahora ella está encontrando maneras de lidiar con la crítica para mantener su auto-estima. Ella está hablando acerca de conseguir un trabajo.



(*) Traducción: Luis Robles Campos (2010).
Psicólogo, Universidad de Tarapacá, Arica – Chile.
Fousing Trainer acreditado, Focusing Institute, New York.
Estudiante de Magíster en Psicología Clínica Adultos,
Universidad de Chile – Santiago de Chile.
luisrobles1977@gmail.com
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domingo, 9 de mayo de 2010

Terapia con Clientes Rabiosos y Violentos



RESPONDIENDO A LA INJUSTICIA:

Trabajando con clientes rabiosos y violentos
de una manera centrada-en-la-persona.

Gillian Proctor


“Responding to Injustice: Working with angry and violent clients in a person-centred way”, en David Jones (Ed.) Working With Dangerous People: The psychotherapy of violence. Capítulo 8, pp.99-115 (2004).

Traducción: Luis Robles Campos (*)



Introducción.

En este capítulo, exploraré la interfase entre los sistemas de salud mental y de justicia criminal desde el contexto de trabajar como psicóloga clínica en servicios forenses dentro del sistema de salud mental de la NHS . Exploro los problemas dentro del sistema actual y argumento que los servicios de salud mental necesitan focalizarse claramente en las necesidades de los individuos aquejados y dejar el rol policial y el manejo de la violencia, o el daño a otros, al sistema de justicia criminal. Dentro del sistema coercitivo y policial actual, las relaciones de poder involucradas limitan seriamente el potencial para el empoderamiento del trabajo terapéutico con los clientes. Exploro la relación de la rabia con la experiencia de la falta de poder, tanto materialmente (estructuralmente) como psicológicamente (en relación al trauma). Argumento por la necesidad de trabajar terapéuticamente de una manera que no agrave la falta de poder ya experimentada por el cliente. Para trasladar este principio dentro de la práctica, explico como la terapia centrada-en-la-persona (TCP) minimiza las posibilidades de que el cliente experimente más falta de poder en la relación de terapia. Describo como yo trato de trabajar con este modelo con clientes en el servicio forense mientras que al mismo tiempo balanceo las responsabilidades para mis clientes y para proteger al público. Describo los beneficios potenciales de trabajo usando la terapia entrada-en-la-persona (TCP), tanto para los clientes individuales como para aquellos alrededor de éstos. Finalmente, planteo los limites de estos beneficios causados por el conflicto de intereses en el sistema actual.

A través de este capítulo, ilustraré mis argumentos usando dos clientes potenciales como ejemplos (de una conglomeración imaginativa de experiencias clínicas en este contexto con una variedad de personas). Estos ejemplos son un poco estereotipados pero ilustran experiencias comunes de los clientes con los que he trabajado en los servicios forenses. El primero, al cual llamaré Debbie, es una mujer con una historia de violencia hacia otros, en adición a una historia de auto-flagelación. Ella vino al sistema de salud mental del sistema forense después de prender fuego a una silla en un hotel y ser derivada de la prisión debido a su historia psiquiátrica y su vulnerabilidad. El segundo cliente, al cual llamaré Paul, es un hombre joven con una historia de seria violencia quien había sido referido a los servicios forenses después de haber cumplido una breve sentencia de prisión por asalto. Él también identificaba experimentar mucha ansiedad y depresión.

El contexto de trabajo.

Yo trabajo dentro del servicio de salud mental de la NHS responsable de la sección de servicios forenses. Los servicios de pacientes internos y externos son proveídos a clientes que se ha visto que tienen problemas mentales, que se cree están en riesgo actual de cometer serias ofensas (por ejemplo, que involucren violencia o daño contra otros), que han cometido serias ofensas en el pasado y cuya conductas ofensiva se juzga que tiene relación con sus problemas de salud mental. Blumenthal (2002) enfatiza la importancia de este contexto para la terapia, diciendo: “Una de las cosas más notables acerca de trabajar en servicios forenses es que el practicante no puede ignorar el contexto en que él o ella trabaja. A diferencia de otros contextos en el cual toma lugar el trabajo terapéutico, la institución es un factor en la ecuación terapéutica.”

Aunque este es un servicio de salud mental designado para proveer un rango de tratamientos para problemas de salud mental, las políticas prioritarias son asuntos de riesgo y de protección pública. Kurtz (2002) describe esta casi exclusiva preocupación con evaluar y manejar el riesgo como una manera de lidiar con ansiedades provocadas por este trabajo, y enfatiza la cultura contra-terapéutica que produce. Esta priorización del riesgo está en línea con recientes proposiciones gubernamentales diseñadas para hacer a los servicios de salud más y más responsables de las personas que suelen caer en los sistemas de justicia criminal. Esta agenda política ignora los grandes problemas de imprecisión en la predicción del riesgo (Cordess, 2002; Zigmond, 2002). Cordess (2002) argumenta que estos servicios y propuestas de “salud” están siendo tomados como agentes de control social a fin de ‘fiscalizar’ la sociedad”.

Los profesionales de la salud ahora son requeridos para atender reuniones sobre libertad condicionada de la MAPP (Multi-Agencia Pública de Protección) para evaluar y manejar el riesgo que el cliente puede poner sobre el público. Somos requeridos por las regulaciones de la MAPP para omitir al cliente información acerca de estas reuniones (Home Office, 2000). Aparte de proveer un rango de tratamiento para ayudar a los clientes con su malestar, también somos requeridos para monitorear constantemente el riesgo para otros y tomar acción si juzgamos que el riesgo se ha incrementado. Por lo tanto, nuestra responsabilidad es para nuestro cliente y para el público, nuestra dirección es mejorar la salud mental de los clientes y reducir su conducta antisocial. El resultado del foco político sobre el riesgo es que la cultura de los servicios forenses es de una práctica defensiva y de secreto, con “información” o juicios que son compartidos entre trabajadores sin el consentimiento del cliente. Blumenthal (2002) describe el “constante choque de culturas entre un sistema que privilegia el castigo, la contención y el control, y los profesionales de la salud trabajando en una agenda muy diferente de tratar de entender las vidas dolorosamente aproblemadas de las personas que asisten a estos establecimientos.

Este choque de culturas llevó a algunos profesionales de la salud mental involucrados en el cuidado de Debbie a sólo estar interesados en cómo a menudo ella golpeaba gente y no querer escuchar su malestar. Ella era frecuentemente puesta dentro de un “cuarto de apaciguamiento” después de amenazar o actuar violentamente, con la intención declarada de “calmarla”, aunque esto también tenía el efecto de castigarla por su conducta. Los trabajadores estaban claramente enojados con su conducta y estaban felices de tener los instrumentos de control a su disposición para castigarla con ellos. Los trabajadores involucrados en el cuidado de Paul estaban divididos entre aquellos que enfatizaban el riesgo de él hacia los otros y que querían intervenciones para el manejo de la rabia, y aquellos que querían ayudarlo con sus experiencias de ansiedad y depresión.


El modelo actual de control médico y social.

¿Cuándo la rabia es un asunto de los servicios de salud mental? ¿Cuándo la rabia de alguien causa un problema para otras personas o malestar a la persona misma? Esto no es claro en la práctica. A menudo, las derivaciones a los sistemas de salud mental son hechas porque una persona es violenta y esto es un problema para otras personas que son víctimas o potenciales víctimas de esta violencia. Tanto Debbie como Paul fueron derivados en parte debido a su riesgo para otras personas y en parte debido a sus propias experiencias de malestar. Derivaciones en base al riesgo para otros se justifican como un asunto de salud mental al añadir un diagnóstico para la persona e individualizando sus razones para ser rabiosos/violentos, aunque se ignora el contexto de su violencia.

La rabia y particularmente la violencia a menudo son más patologizadas en grupos donde la rabia o la violencia no son culturalmente aceptables, tales como las mujeres. Las ofensoras femeninas son más proclives que los ofensores hombres a ser juzgadas como “locas” (Burns, 1992). Sin embargo, la relación entre género y el juicio de riesgo es complicado. A menudo, las expectativas de que las mujeres sean gentiles y delicadas puede llevar al riesgo de que una violencia seria sea subestimada en mujeres que han cometido graves ofensas. Por otra parte, es más probable que los ofensores varones con problemas de salud mental vean ignorado su malestar, ya que su conducta está más en regla con las normas de la conducta masculina. La mayoría de los profesionales que hacen diagnósticos están juzgando lo apropiado de tal conducta rabiosa o violenta desde su propia experiencia de las normas culturales; usualmente normas blancas de clase media. El nivel de violencia de Paul no era inusual para un hombre que había crecido en un vecindario donde la violencia era una manera de sobrevivir. Las evaluaciones de riesgo por supuesto están sesgadas por los juicios de los trabajadores que hacen estas evaluaciones, y particularmente cuando la ofensa de un cliente provoca emociones, tales como rabia o disgusto, en estos trabajadores.

El modelo del manejo de la rabia en los servicios psiquiátricos asume que la rabia es una emoción negativa, un problema. La mayoría de las aproximaciones para el manejo de la rabia se focalizan en controlar en lugar de entender y aprender de la rabia. Estas aproximaciones ignoran todos los aspectos positivos de la rabia: como una respuesta legítima hacia una situación, como una emoción que a menudo da energía y promueve la acción (la cual puede ser acción para promover cambio positivo y opuesto a la violencia). Así como significa malestar y congoja, la rabia también significa pasión, espíritu y sentimiento. Sentir rabia indica viveza, pasión y un sentido de preocupación acerca del mundo. No sentir rabia o nunca expresarla puede ser considerado tan no saludable o psicológicamente dañino como expresar la rabia.

La aproximación actual en la salud mental representa la aproximación profesional del experto, basada sobre la creencia de la objetividad de la ciencia y la “evidencia” de la investigación. Esta aproximación asume categorías objetivas de enfermedad, descubiertas por el avance de la ciencia, las cuales son identificadas posteriormente por el proceso de diagnóstico. Esto ignora tanto los imperativos sociales como políticos, los cuales moldean la historia de la psiquiatría (Foucault, 1977a,b); e ignoran las grandes controversias acerca de la validez de los diagnósticos psiquiátricos (Boyle, 1999). La agenda política actual es de una “práctica basada en la evidencia”, la que nos dirá qué funciona para personas con diferentes diagnósticos, basado en resultados predeterminados de lo que constituye la salud mental y la reducción de síntomas. Una vez más, esta noción asume que la “evidencia” es objetiva, lo cual oscurece los intereses políticos y económicos creados involucrados en qué cuestionamientos son hechos en la investigación, en cuál investigación es financiada y en decidir qué investigación cuenta como “evidencia”. La noción de “subjetividad” ha sido cuestionada desde hace tiempo dentro de la ciencia misma y aún el sistema de salud mental está basado sobre el mito de los observados “objetivos” libres de prejuicios.

De hecho, una descripción más acertada del proceso de psiquiatrización o psicopatologización de ciertas áreas de la experiencia humana es que nuevas categorías se convierten en el negocio de la salud mental como un resultado de la presión política o de los medios. “El camino de la furia”, por ejemplo, surgió como un nuevo concepto dentro de la enfermedad mental como un resultado de la focalización de los medios sobre el problema de la violencia aunque driving. La incorporación de este concepto dentro de una noción individualizada de la enfermedad mental sugiere que fue “descubierta” una condición o enfermedad en ciertos individuos que causa “el camino de la furia”. Similarmente, el diagnóstico de “trastorno de personalidad” se ha vuelto crecientemente común en la última década, en línea con la presión política para que la salud mental incorpore más del rol de la justicia criminal (Shaw & Proctor, 2010). Este modelo “experto” y “objetivo” de los servicios de salud mental basado en la investigación hace a estos servicios los objetivos principales para el control social y las presiones políticas para usar el tratamiento para normalizar a los individuos y ser agentes del control social.

Siempre hay razones para que alguien esté con rabia y para que pueda expresarla usando la violencia. Esto puede incluir una compleja mezcla de factores incluidas experiencias históricas personales y normas culturales que pueden ser más difíciles de articular para los individuos. Las personas a menudo están con rabia como un resultado de experiencias de violación, abandono, desprecio e injusticia. Blumenthal (2002) enfatiza el optimismo de aquellos practicantes que responden al clima político actual al “ver la conducta ofensiva como un síntoma de una personalidad perturbada que necesita ser entendida”. Usar la conducta ofensiva como la base de un diagnóstico (usualmente un tipo de trastorno de personalidad) sitúa la culpa de los problemas relaciones y sociales en el individuo (individualizando problemas sociales) y dejando poco espacio para comprender individuos complejos únicos. En adición, la individualizar y patologizar la rabia y la violencia como un trastorno tiene el peligro de remover la responsabilidad hacia los individuos debido a su conducta. Cualquier “comprensión” necesita ser de experiencias relacionales y sociales y sobre cómo el individuo ha respondido a estas experiencias dentro de su contexto socio-político. Además, la comprensión es difícil de alcanzar en un sistema donde los trabajadores también están sirviendo los propósitos de control y castigo.


El modelo social, psicológico y de responsabilidad alternativo en salud mental.

Históricamente, ha habido dos servicios diferentes: los servicios de justicia criminal y los servicios de salud mental. Se supone que la justicia criminal lidia con personas que han sido un riesgo para la sociedad debido a su conducta. Se supone que la salud mental ayude a los individuos con sus propias necesidades referentes a su malestar individual. Sin embrago, sería más acertado argumentar que ambos sistemas sirven para controlar a las personas que no funcionan como la sociedad espera (Foucault, 1977a,b; Pilgrim, 1987; Szasz, 1970/1997). La distinción entre los dos servicios ha sido difusa durante mucho tiempo como resultado del tratamiento psiquiátrico coercitivo (Szasz, 1070/1997; Newnes & Holmes, 1999).

Aquí, estoy sugiriendo una alternativa (actualmente) ficticia al modelo de control médico y social actual basado en la claridad acerca de la distinción entre asuntos criminales y asuntos de malestar mental. Por lo tanto, causar daño a otros por medio de la violencia es un asunto criminal cubierto por el sistema de justicia criminal. Sentir malestar como resultado de la experiencia de la rabia o como resultado se ser violento es un asunto de los servicios de salud mental. Los individuos pueden buscar los servicios de salud mental cuando ellos identifican por si mismos las dificultades que les produce el sentir rabia o ser violento. Estas pueden ser dificultades psicológicas internas causadas por vivir con esos sentimientos o dificultades de relacionabilidad social debido al efecto de su rabia /violencia sobre los otros a su alrededor. Debbie quería ayuda debido a su experiencia interna de rabia y daño basada en las maneras en que ella fue tratada cuando niña. Paul identificaba dificultades al relacionarse con los otros y para confiar en la gente como resultado de ser percibido por los otros como “atemorizante”.

Dentro de este modelo alternativo de salud mental, las causas del malestar son sociales, y los individuos viven dentro de contextos sociales que determinan o afectan su conducta. Por ejemplo, la violencia es común para gente como Paul, una manera de sobrevivir en ciertos contextos culturales y sociales, tales como algunas clases bajas de trabajadores que habitan estados del Reino Unido caracterizadas por el desempleo y el uso de drogas. Él también estaba rabioso acerca de las maneras históricas como actuales en las que fue tratado por otros. Para Debbie, la rabia es un resultado común de haber experimentado abuso sexual, físico y emocional cuando niña, por haber apartado a su hijo de ella, y por su malestar de ser ignorada ahora. Además, ella había aprendido a expresar su malestar a través de la violencia a partir de la violencia de su padre hacia ella. Para cada persona, todos los factores históricos y actuales, personales, relacionales y sociales se combinan para causar rabia y para influir en la decisión de un individuo de ser violento. Dentro de este modelo alternativo, los servicios son provistos según lo requieran los usuarios del mismo, y se confía en que ellos saben qué es más beneficioso para ellos y cómo determinar su propio criterio de bienestar y felicidad.

Este modelo es posible sólo si el malestar del individuo es separado del daño hacia los otros. Por lo tanto, los servicios de salud mental y la terapia son separados de los sistemas de justicia criminal y de control social. Si los dos son combinados, esto significa que se impone una visión de la salud mental que incluye no ser violento, y este objetivo puede reemplazar y oscurecer fácilmente cualquier objetivo para que el cliente se sienta bien por si mismo. En adición, este objetivo externo arrebata el control, el poder y la responsabilidad del individuo. Para obtener cambios duraderos dentro del cliente, lo cual puede incluir una reducción de la violencia, el cliente necesita estar en control de su proceso. Sin control personal sobre este proceso, la única alternativa es fiscalizar la conducta por contingencias fuera de la persona. Esto ha sido históricamente el rol del sistema de justicia criminal. Paul y Debbie pueden decidir no continuar siendo violentos para evitar ir a prisión, pero cuando hay poco riesgo de ello es probable que sigan siendo violentos.

Cuando los trabajadores de la salud mental tienen la responsabilidad de lidiar con las ofensas y el riesgo en adición a las necesidades de salud mental del cliente, el resultado de esto puede ser que se focalizan las ofensas y que los trabajadores, subsecuentemente, a menudo se identifican con las victimas de estas ofensas. Entonces es muy difícil para los trabajadores entender al cliente en oposición a sentir rabia contra ellos y querer que ellos sean controlados o castigados. A menudo se perpetúa un ciclo donde los trabajadores toman más control sobre los clientes, quienes se ponen más furiosos como resultado de su creciente falta de poder. Cuando fueron hecho intentos para controlar la violencia de Debbie por medios de “apaciguamiento”, ella se volvió más y más rabiosa y violenta como resultado de su frustrante situación.


El contexto socio-político.

Las personas que terminan en un servicio forense de salud mental a menudo provienen de situaciones deprivadas, opresivas y sin poder. Dentro del servicio, hay un número desproporcionado de hombres con un trasfondo étnico africano y caribeño (Fernando, 1991). Las personas que entran en el servicio forense (predominantemente hombres) a menudo provienen de circunstancias donde unas cuantas opciones estaban disponibles, en particular, opciones para incrementar su poder social.

Cómo las personas expresan la rabia varía enormemente tanto individualmente como dependiendo de la situación estructural en la sociedad, como el género, la etnicidad y particularmente la clase. Indermaur (1999), argumenta que las creencias culturales acerca de la rabia, así como también los propósitos y la aceptabilidad de la violencia influyen en la decisión de usarla, lo cual explica los cruces culturales y las diferencias de género en el uso de la violencia. Mientras que Kring (2000) reporta que la rabia es típicamente una respuesta a la amenaza o a la percepción de daño o negligencia deliberado o injustificado, yo argumento que en adición, la rabia a menudo es una respuesta a inequidades en la sociedad y que la experiencia de falta de poder o la amenaza de perderlo relacionada con esta jerarquía. De Zulueta (1993) argumenta que la violencia es un resultado de la estructura de poder del patriarcado, diciendo: “Es la deshumanización del otro la que es la raíz de toda la violencia humana, una deshumanización que desafortunadamente aparece casi intrínsicamente con el desarrollo de la diferenciación del rol sexual masculino-femenino que se ve en las culturas patriarcales” (p.xiii).

Para Paul, la violencia era una manera de sobrevivir y de no ser victimizado o humillado en un contexto donde la violencia era la cotidianidad del día a día al relacionarse con otros. La violencia lo mantenía al tope de la jerarquía con los otros sintiendo miedo de él. Para Debbie, su rabia contenida desde su experiencia de extrema falta de poder como niña y como madre a la que se le quitó su niño, y era gatillada por experiencias actuales de ser invalidada o ignorada, por ejemplo, cuando su posición como ser humano valioso era cuestionada. Para cada uno de ellos, la rabia y la violencia era respuestas hacia, y una pelea contra, la falta de poder.

Schieman (2000) examina los efectos de la educación sobre la rabia y concluye que las diferencias relacionadas con la educación se explican por el sentido de control de los individuos, indicando que la experiencia de poder o falta de poder puede ser el factor significativo que explica las diferencias estructurales. Brantlinger (1991) investigó la conducta adolescente que los metió en problemas en la escuela. Ella encontró que mientras que los adolescentes con alto ingresos reportaron principalmente conducta de juego, los adolescentes con bajos ingresos reportaron conductas más agresivas que probablemente tenían relación con la rabia. Estos estudiantes validaron estas suposiciones, describiendo razones para su rabia incluyendo el ser humillado y excluidos por estudiantes de altos ingresos y tratados injustamente por los profesores. Brantlinger (1991) también notó que los despliegues de rabia o el retraimiento de los adolescentes de bajos ingresos era más probable de ser percibido por los otros como una señal de desajuste emocional y no como respuestas legítimas a las desigualdades de las clases sociales en la escuela y la sociedad.

Debbie describía una historia de fracaso en el colegio y de sentirse constantemente humillada por este fracaso. Cuando ella expresaba su rabia hacia sus parientes, ella era físicamente abusada bajo la excusa del “castigo”. Paul también describía una historia de “fracaso” en la escuela. Él explicaba que en realidad él nunca había aprendido a leer o escribir adecuadamente y que había sido “desechado” en el fondo de una clase donde las prioridades de los profesores era la contención en oposición a la educación. A pesar de la frustración y el aburrimiento de Paul en el colegio, sus parientes lo alentaron sólo a pelear y a pasar el tiempo en la escuela hasta que fuera lo suficientemente mayor para dejarla. Sus peleas le probaron a él y a sus pares que él estaba en el fondo debido a su mala conducta y a su inhabilidad para aprender.

Kring (2000) discute la discrepancia entre la literatura clínica que sugiere que las mujeres internalizan y los hombres externalizan la rabia y los hallazgos de la investigación experimental que generalmente no soportan estas diferencias de género en la población general. Ella sugiere que hay más similitudes que diferencias en la experiencia de la rabia en hombres y mujeres pero que las diferencias son encontradas en contextos particulares. La mayoría de las diferencias son encontradas en la experiencia y la expresión de la rabia entre hombres y mujeres en el contexto de las relaciones interpersonales. Los hombres reportan más ataques físicos hacia objetos y personas y ataques verbales, considerando que las mujeres lloran más a menudo cuando tienen rabia. Ella reporta evidencia que sugiere que las características del rol sexual femenino están asociadas con la supresión de la rabia y las características masculinas son asociadas con la expresión de la rabia tanto en hombres como en mujeres. Algunos autores sugieren que las diferencias de género en la expresión y la experiencia de la rabia pueden reflejar variaciones en el poder o el estatus más que diferencias en el género.

Kring (2000) sugiere que la literatura clínica tiende a perpetuar los estereotipos de los hombres y las mujeres respecto de la expresión de la rabia. Aunque la conducta no tiende a representar estos estereotipos, los estereotipos persisten, de modo que aunque las mujeres pueden experimentar y expresar la rabia, ellas aún son más juzgadas que los hombres por hacerlo. Sin embargo, hay evidencia de que dentro de los contextos forenses las mujeres y los hombres experimentan y expresan la rabia de manera diferente (Suter et al., 2002). Los resultados inconsistentes entre las mujeres en la población general y las mujeres en muestras clínicas pueden representar una diferencia en cómo las mujeres negocian sus estereotipos de rol sexual. Parece que las mujeres que se conforman demasiado o se rebelan fuertemente pueden ser sobre-representadas en las muestras clínicas como opuestas a las muestras de la “población general”, que tienen más mujeres que luchan menos con sus estereotipos de género. Esto puede reflejar la asociación de cómo las mujeres negocian estereotipos de roles de género con la patologización y el diagnóstico.

Chesler (1972), por ejemplo, acuñó el término “doble vínculo” para describir el proceso por el cual las mujeres pueden ser patologizadas tanto por conformarse con, y por fallar en conformarse a las expectativas de la pasividad femenina. El diagnóstico de Trastorno de Personalidad Limítrofe, por ejemplo, puede ser aplicado a mujeres que fallan en vivir de acuerdo a su rol de género porque ellas expresan rabia y agresión. En adición, el diagnóstico es dado a mujeres que se conforman “demasiado”, por internalizar la rabia, y por expresarla a través de conducta auto-focalizada tales como la auto-flagelación. Las diferencias clínicas también pueden reflejar la asociación del malestar y la falta de poder en tales contextos con cómo las mujeres pueden usar los estereotipos del rol sexual para experimentar más poder. Por lo tanto, una situación es establecida en lo contextos clínicos que refuerza los estereotipos de los roles de género, dejando estos estereotipos más disponibles para las mujeres en estos contextos que los usan para incrementar su poder.

Mucha investigación ha sido conducida estudiando diferencias en la experimentación y la expresión de la rabia dependiendo de las variables estructurales tales como género, etnicidad y clase social. Esta investigación es consistente con la sugerencia de que las diferencias en la experimentación y la expresión de la rabia refleja variaciones en el poder o el estatus. Esto soporta mi argumento de que la rabia a menudo es una respuesta a la falta de poder o hacia la amenaza de perder el poder. Esto parece ser una consecuencia natural de nuestra sociedad jerárquica, donde la vida es una constante competición para permanecer en lo alto, y colocar las necesidades de los otros abajo. Otra característica de este sistema jerárquico es que aquellos que están debajo de nosotros son deshumanizados, haciendo más fácil para ellos ser víctimas de nuestra violencia.


Rabia y trauma.

La experiencia de rabia puede estar claramente relacionada a la experiencia de falta de poder adicionalmente a través de una consideración de los efectos del trauma. La rabia es una de las reacciones emocionales comunes a la experiencia de trauma. Walsh (1995) demostró una relación entre la exposición a la violencia de la comunidad y síntomas de malestar y expresión de rabia en adolescentes. De Zuleta (1993) argumenta que la violencia es un resultado de la invalidación de nuestro sentido de sí mismos a través de la deprivasión, la pérdida o el trauma. Finkelhor (1986) identifica cuatro dinámicas que siguen la experiencia de abuso sexual en la niñez, las cuales incluyen la estigmatización y la experiencia de falta de poder. Ambas dinámicas están relacionadas a la experiencia de deshumanización. Parece que la violencia puede ser el resultado del miedo a la vulnerabilidad o a la experiencia de que se tome ventaja de la propia vulnerabilidad.


La falta de poder y el malestar psicológico.

Yo argumento que la experiencia de la falta de poder es uno de los factores causales más significativos que contribuyen a la experiencia del malestar psicológico. El poder, el control y la experiencia de la falta de poder son factores mayores para entender todo tipo de malestares psicológicos. Yo también argumento que la mayor prevalencia de miembros de grupos oprimidos en los sistemas de salud mental refleja la posición de poder de los grupos involucrados (Proctor, 2002a,b). Hay mucha evidencia para asociar la probabilidad de sufrir malestar psicológico según la posición del individuo en la sociedad con respecto al poder estructural de la sociedad. Cuando los profesionales de la salud mental ignoran los vínculos entre las inigualdades sociales y el malestar psicológico, ellos sirven los intereses de los grupos sociales privilegiados en lugar de los de sus clientes. Como Smail (1987) declara, los clientes del sistema de salud mental son personas a quienes el mundo ha afectado en cualquiera de una serie de formas dolorosas. Son menos las personas con quienes todo está mal en comparación con las personas que han sufrido mal. El poder de la medicalización y la patologización de los individuos sirven para desviar la atención de las causas ambientales del malestar, las experiencias de abuso, la deprivación y la falta de poder. En cambio los individuos “trastornados” son culpados por las enfermedades de la sociedad.

Starhawk (28) distingue entre poder-sobre y poder-interior y poder-con. El poder-sobre es la dominación, la autoridad coercitiva, y su última manifestación es la violencia. La sociedad está basada en estructuras de poder-sobre dentro de jerarquías donde aquellos que están arriba tienen poder-sobre aquellos que están debajo. En contraste, el poder-interior es una fortaleza interna desde un sentido de maestría sobre la propia habilidad y el valor innato, lo cual también surge desde la sensación de conexión con otros humanos y el entorno. Esto también es similar al concepto de “poder personal” de Rogers (Natiello, 2001; Rogers, 1978).

El poder-con es el poder de los individuos, dentro de un grupo de iguales, para sugerir y ser escuchado. Esto es reminiscente al concepto de poder por colectividad y consenso de Arendt (1986). Arendt enfatiza el “enorme potencial” en el poder de la mutualidad y de la gente actuando en conjunto para el beneficio de todos. Estos tres aspectos del poder están interrelacionados. Las personas tienen menos necesidad de tomar poder-sobre otros cuando ellos tienen un fuerte sentido de poder-interior o poder-con. La violencia es sólo necesaria cuando la influencia falla.

Claramente, la manera de lidiar con las dificultades que se derivan del abuso, la deprivación y la falta de poder es no imponer más poder y control a través del sistema psiquiátrico. Los sistemas psiquiátricos son mucho más exitosos en controlar personas que experimentan malestar que en ayudar a aliviar tal malestar. Un ejemplo de esto es la respuesta común a la auto-flagelación dentro de los hospitales psiquiátricos, donde los pacientes son puestos en “observación” para tratar y prevenir la auto-flagelación. Sin embargo, raramente hay intervenciones para ayudar a los pacientes con su malestar subyacente. O, cuando estas intervenciones están disponibles, los pacientes a menudo son forzados a hablarle al equipo, independiente de si quieren o no. No podemos resolver el malestar (como opuesto a ejercer un rol policial sobre el malestar) al tomar más poder-sobre las personas (Proctor, 2002; Starhawk, 1987). Una relación donde el poder del individuo no es arrebatado y donde él es tratado con respeto, provee la mejor oportunidad para que las personas sanen de las experiencias y desarrollen otras formas de sentir su propio poder-interior, en lugar de tener poder-sobre otros.


Trabajando dentro del contexto actual.

El contexto de trabajo de control médico y social actual produce dificultades particulares y reprime a los practicantes que quieren trabajar de un modo centrado-en-la-persona o con marcos de trabajo éticos que priorizan la autonomía, el control y la elección del cliente. Sin embargo, si una persona identifica un problema por sí misma, yo creo que es posible trabajar fenomenológicamente desde una base ética dentro de las presiones del sistema para capacitar a las personas a realizar cambios por sí mismos, lo que es probable que resulte en una disminución del riesgo para otras personas. Si la salud pública puede estar focalizada sobre las necesidades del individuo en su contexto social, los resultados fortuitos de eso son usualmente que el daño a los otros también es reducido. Cuando se satisfacen las necesidades de las personas, parece que es menos probable que ellos dañen a otros. Cuando las personas son entendidas, ellas son más capaces de entender a los demás y cuando las personas son valoradas, es más probable que valoren a los otros.


Terapia centrada-en-la-persona (TCP).

Los resultados de 40 años de investigación en psicoterapia han descubierto consistentemente la importancia de la calidad de la relación terapéutica para la terapia efectiva y beneficiosa. Resúmenes de estudios de resultado de investigación en los últimos 35 años (Bozarth, 1998; Paley & Lawton, 2001) demuestran que la efectividad de la psicoterapia depende principalmente de la relación terapéutica y de los recursos internos y externos del cliente. En la mayoría de los casos se ha encontrado que el tipo de terapia, las técnicas usadas, el entrenamiento o las credenciales de los terapeutas son irrelevantes, y las más consistentes variables relacionadas con la efectividad son la empatía, la genuinidad y la consideración positiva incondicional. Las comunalidades de las relaciones de terapia exitosa son consistentes con la filosofía y la teoría de la terapia entrada-en-la-persona (PCT).

Rogers examinó metodológicamente horas de grabaciones y sesiones de terapias transcritas para chequear cuáles eran los ingredientes de la terapia efectiva. El resultado de esta investigación fue la descripción de las seis condiciones necesarias y suficientes del proceso terapéutico. Luego, él elaboró esta teoría de terapia hacia una teoría de la personalidad (Rogers, 1959). Él teorizó que estas condiciones de la terapia servían a la tendencia actualizante a encontrar su total potencial y a funcionar tan bien como le sea posible y para contrarrestar las condiciones de valor (Rogers, 1959. Rogers describe estas condiciones similarmente en su “declaración de integración” (Bozarth, 1998), donde él asegura que estas son las condiciones necesarias y suficientes en todas las terapias.


Terapia centrada-en-la-persona y el poder.

Rogers explícitamente planteó cambiar el rol del terapeuta desde el de un experto y apuntar hacia una relación terapéutica más igualitaria. Esto se deriva de la filosofía subyacente en la terapia centrada-en-la-persona. Rogers (1978) sostiene que la premisa de la tendencia actualizante desafía la necesidad de controlar a las personas, por ejemplo, desafía:

“La visión de que la naturaleza del individuo es tal que no se puede confiar en él – que él debe ser guiado, instruido, cuidado, castigado y controlado por aquellos que están más alto en estatus”. (p.8)

Él explica las implicancias de esta filosofía y valora:

“La política del enfoque centrado-en-la-persona es una renuncia y una evitación conciente del terapeuta de todo el control sobre, o decisión hecha para, el cliente. Es la facilitación del auto-poseerse del cliente y de las estrategias por las cuales esto puede obtenerse; el lugar del locus de la toma de decisiones y la responsabilidad para los efectos de esta decisiones. Es políticamente centrado en el cliente” (Rogers, 1978; p.14).


Esta confianza en el proceso del cliente lleva a la actitud no-directiva. La actitud no-directiva es una manera en que los terapeutas expresan su compromiso para evitar el desempoderamiento del cliente (Brodley, 1997). En este sentido la TCP es una ruptura radical de las dinámicas de poder en la terapia. Natiello (2001) (p.11) explica que, “Tal postura está en conflicto radical con el prevaleciente paradigma de poder autoritario”. Yo argumento que el objetivo del terapeuta centrado-en-la-persona es reducir el “poder-sobre” el cliente tanto como sea posible y maximizar el “poder-interior” tanto del cliente como del terapeuta y el “poder-con” en la relación terapéutica (Proctor, 2002).

Rogers afirma que la oposición a la terapia centrada-en-la-persona surge ‘principalmente debido a que choca como un golpe vergonzoso contra el poder del terapeuta’ (Rogers, 1978) (p.16). Él desafía la noción de conocimiento experto que da poder, y cree en el conocimiento y el poder que viene de la congruencia, que:

“en la medida que un individuo funcione de una manera unificada, tenemos la mejor posible base para la acción sabia. Es un proceso de base, no una base de autoridad estática. Es una confianza que no descansa en el conocimiento ‘científico’” (Rogers, 1978; p.250).


Principios éticos.

El principio ético fundamental detrás de la TCP es el de la autonomía del cliente como opuesto al principio moral de beneficencia (hacer lo que se juzga como mejor para el cliente) empleado por muchos otros modelos de terapia. Muchas personas han tenido demasiadas experiencias en que otros les dijeron qué hacer (personas tomando “poder-sobre”) y demasiadas pocas experiencias en que realmente confiaran en ellas y ayudadas para decidir qué es lo correcto para ellas mismas (experimentar su “poder-interior”). Este es probable que sea particularmente cierto para clientes en un contexto forense.

Siguiendo el principio ético de autonomía está el énfasis sobre el consentimiento informado y la apertura y la honestidad de los clínicos. Debido a las muchas razones por las cuales la mayoría de los clientes no confiarán en personas en autoridad, estos principios dan al clínico un buen comienzo al proveer una inusual base de honestidad para una relación en un servicio que está demasiado a menudo basado en el secreto y la autoridad. Paul sólo estaba de acuerdo en trabajar conmigo sobre la base de que él viera cada cosa que yo escribía en su expediente, incluida las cartas a otros trabajadores. Esto fue como resultado de haber tenido previamente diversos informes escritos acerca de él que habían sido usados para propósitos legales, que lo habían etiquetado con muchos diagnósticos y juicios personales, incluido el de ser “psicópata” y sugiriendo que cualquier tipo de tratamiento o terapia estaba condenada a fallar ya que no había ninguna esperanza de que él cambiara.


El proceso de la terapia centrada-en-la-persona.

Rogers (1959,1961) describe el proceso que característicamente atraviesa un cliente que experimenta las condiciones facilitadoras de la terapia. Los resultados característicos de la terapia (como generalizaciones desde la investigación) no llevan al terapeuta a abrazar objetivos para el cliente sino que sencillamente describen cambios que son probables que ocurran como un resultado de las condiciones facilitadoras. Durante el proceso de terapia, es probable que el cliente esté más conciente de su experiencia interna y sea capaz de experienciar adecuadamente sus percepciones. En reciprocidad con las actitudes experimentadas por el terapeuta hacia el cliente, es probable que el cliente progresivamente sienta una auto-valoración positiva, sea progresivamente libre de ser él mismo y se entienda a si mismo mejor. En reciprocidad con estos cambios hacia si mismo, también es probable que el cliente experimente una consideración y entendimiento más positivo hacia los otros.

Este proceso puede ser relevante de muchas maneras para los clientes que son rabiosos. En el proceso de percibir y entender más adecuadamente su experiencia interna, es probable que el cliente esté mejor al identificar todos sus sentimientos en reacción a sus experiencias. Puede ser que clientes que previamente reaccionaban con rabia a muchas experiencias, sean capaces de diferenciar sus sentimientos con mayor amplitud e identificar sentimientos diferentes a la rabia, tales como el sentirse herido, lo que ellos previamente entendían como rabia. En la medida que el cliente se siente más congruente y experimenta más auto-consideración positiva y empatía, es menos probable que él o ella distorsione y niegue experiencias tanto en el presente como los recuerdos de experiencias previas. Por lo tanto, es probable que un cliente que ha tenido experiencias que le llevaban a la rabia esté conciente de estas experiencias en una mayor amplitud y así, quizás, experimenta más rabia; sin embargo, es más probable que esta rabia sea experimentada y comprendida como asociada con estas experiencias específicas. Es probable que la rabia de un cliente hacia si mismo disminuya en la media que la auto-consideración se incremente. Es probable que la violencia contra otras personas decrezca en la medida que el entendimiento y la consideración positiva del cliente hacia otras aumente.

En el proceso de la TCP, Debbie elaboró sus emociones acerca de cómo su familia la había tratado en el pasado y de cómo otros estaban tratándola actualmente; y estaba comunicando mucho más de cuán herida y avergonzada ella se sentía en adición a sentir rabia. En la medida que ella exploraba esto en terapia, se volvió progresivamente capaz de hablar a otros trabajadores acerca de su malestar. Ella también incrementó su expresión de su sentido de justicia acerca de su situación. Durante la terapia de Debbie, ella expresó más y más detalles acerca del abuso que ella recibió cuando niña, particularmente los aspectos de estas experiencias con las cuales ella se sentía más avergonzada. Ella expresó su experiencia de falta de poder, fracaso, vergüenza y gran dolor cuando su niño le fue apartado. Ella también se volvió más conciente de cómo sus situaciones actuales tienen el potencial de causar emociones similares a aquellas que están en relación a su experiencias de niñez. En la medida que Debbie exploró más acerca de cómo fue tratada cuando niña y culpada por este trato, ella empezó a desafiar más y más esta percepción y a sentir que nada que ella haya hecho la habría llevado a merecer el abuso que ella recibió. Con el paso del tiempo, Debbie estuvo más clara que la responsabilidad por sus experiencias de abuso la tenían sus abusadores. Mientras ella trataba de entender por qué sus abusadores actuaron de esta manera, su rabia hacia los abusadores no disminuyó. Sin embargo, ella era más capaz durante el proceso de terapia de entender como no necesariamente intencional la conducta de otros en su vida actual quienes la molestaban y le faltaban el respeto, mientras aferrándose a su valor como persona.

En el proceso de la TCP para Paul, él pensaba más acerca de sus experiencias de niño y cómo habido sido enseñado a ser violento desde una edad temprana. Él exploró cómo había empezado a usar la violencia para ganar poder cuando se sentía sin poder y para mantener a los otros apartados de él con miedo para así sentirse menos vulnerable. En la medida que empezó a entenderse más a si mismo, también comenzó a sentirse más positivo acerca de si mismo y a valorar sus fortalezas y sus habilidades para adaptarse para sobrevivir. Él también se volvió más aceptante de su vulnerabilidad y de su necesidad de otros y más abierto a los demás cuando se está sintiendo asustado o inseguro. Cuando su ansiedad y depresión le impidieron ser parte de la cultura de la que había sido parte, él decidió usar esta oportunidad para dejar de ser violento y en la medida que decreció su ansiedad él sintió menos necesidad de defenderse de esta manera. Esto fue difícil por algún tiempo debido a su dificultad de cambiar la percepción de los otros acerca de él y de ser aún parte del mismo círculo social. Sin embargo, con el paso del tiempo, en la medida que se hizo más abierto a sus vulnerabilidades, él fue capaz de depender más de otros para obtener soporte emocional y desarrolló relaciones más cercanas, las cuales nuevamente incrementaron su autoestima. Mientras se abrió más a los otros, él encontró que las personas cercanas hacían lo mismo que él y empezó a encontrar más fácil entender y respetar las motivaciones y conductas de los otros.


Dificultades al trabajar con la TCP con clientes rabiosos/violentos.

Los clientes vistos en un contexto forense a menudo son dados como ejemplos de cómo debe ser difícil mantener las condiciones actitudinales para el terapeuta en la TCP. Los estudiantes de la TCP a menudo preguntan: ¿Cómo puedes experimentar consideración positiva incondicional (CPI) o comprensión empática por un cliente que ha violado o asesinado? ¿Cómo puedes ser congruente si te sientes horrorizado, disgustado o enojado acerca de lo que tu cliente ha hecho o sentirte libre de ser tu mismo si te sientes asustado del cliente?

Yo también pienso que mi juicio podría ser un problema antes de trabajar en esta área. Mi objetivo inicial era no juzgar a la persona incluso si yo juzgaba la conducta. Sin embargo, yo encontraba que incluso si yo trataba de separar la conducta y juzgar eso, esto me prevenía de entender realmente cómo el cliente llegó a actuar de esa forma. En lugar de eso, he encontrado que entre más dispuesto esté a cumplir las condiciones y a entender mi cliente sin juicios, más soy capaz de realmente entender las razones del porqué ellos han cometido las ofensas que han hecho, y al entender eso yo encuentro muy sencillo no juzgar. En ocasiones me encuentro a mi misma juzgando aspectos de las actitudes de los clientes y luego trabajo en supervisión qué es lo que está impidiéndome estar más cerca para entender sus perspectivas. A partir de eso he sido capaz de identificar, en mis creencias y experiencias, qué me impide adentrarme en la perspectiva de individuos particulares. Sin embargo, incluso con el cliente con quien tengo el más dificultoso entendimiento y sin juzgar (realmente no en el contexto forense), yo aún soy capaz de continuar tratando de entender más con supervisión regular y de estar con él lo suficiente para que él encuentre esto valioso a pesar de mis (para mi) claras deficiencias.

Respecto de la congruencia, en ocasiones me he sentido horrorizada, furiosa o molesta por lo que los clientes me han dicho lo que han hecho o quieren hacer, usualmente cuando me estoy identificando con la víctima potencial en lugar de hacerlo con mi cliente. Nuevamente, la supervisión ha sido invaluable para que yo comparta estos sentimientos. Cuando un cliente está hablando que está considerando hacer algo para herir a alguien ciertamente expresaré mi preocupación por la víctima potencial, si preocuparme por la víctima me está impidiendo estar con el cliente. Luego me concentro en tratar de entender la complejidad de su experiencia en curso y si aún estoy preocupada al final de la entrevista de que ellos probablemente harán lo que están planeando, discutiré mis preocupaciones de nuevo y decidiré si es necesario informar a alguien más en línea con mis límites de confidencialidad, de los cuales mis clientes ya estarán concientes.

Trabajando con Debbie, por algún tiempo encontré difícil entender y aceptar cómo ella era incapaz de tomar responsabilidad por herir a la gente que ella asaltaba. Sin embargo, con el paso del tiempo, su confusión acerca de su falta de responsabilidad por esto, aunque fuera detenida por la policía, se hizo más clara en la medida que ella exploró las conexiones entre su conducta actual y sus experiencias de ser herida cuando niña y siempre creyendo que era su culpa y responsabilidad, debido a que su conducta molestaba a su padre.


Dificultades particulares al trabajar con la TCP en un contexto forense.

En lugar de la naturaleza del cliente mismo en este sistema o las ofensas que ellos han cometido, mi mayor dificultad al hacer PCT está en ser parte de tal sistema coercitivo, enjuiciativo, castigador y parentalista. El estigma enfrentado por los clientes que están o han sido parte del servicio de psiquiatría forense es inmenso, ya que el cliente es etiquetado tanto como un criminal (malo) como un loco. Las personas en el Reino Unido que han sido trasladados desde prisión a un contexto de salud mental son proclives a ser encarcelados por mucho más tiempo que si ellos hubieran permanecido en un contexto de justicia criminal, y a veces con muy poco en la línea de “tratamiento” de la que podría ser ofrecida en una prisión estándar. Hay trabajadores atraídos a esta área porque ellos disfrutan el poder de controlar y castigar a las personas y toman orgullo en la imagen de “macho” de este trabajo.

Los clientes en este sistema enfrentan una gran discriminación en términos de empleo y vivienda en adición a sus decisiones diarias sobre en quién confiar y con qué información. Cordess (2002) localiza a las personas definidas como “criminales” y “mentalmente enfermas” dentro de una gran historia de ser etiquetadas como “diferentes" y por lo tanto estigmatizadas. Estos “otros diferentes” son luego analizados “no como ciudadanos o incluso no como personas sino como problemas para ser resueltos o confinados”. Este proceso es reminiscente del proceso de deshumanización de aquellos que están debajo de nosotros en la jerarquía. Cordess (2002) advierte que “más y más coerción sencillamente induce más identificación con tales métodos coercitivos”. La coerción incrementa la falta de poder, la suspicacia, la desconfianza y la paranoia en clientes y trabajadores por igual.

Obviamente, dentro de esta cultura y ambiente es muy difícil crear un ambiente de honestidad, confianza, y empoderamiento dentro de la terapia. Yo dejo claro con los clientes y los colegas que yo no tomaré parte en que los clientes sean presionados a verme, y enfatizo su elección de elegir ser parte de la terapia. Sin embargo, no siempre puedo ser conciente de lo que otros trabajadores le han dicho a sus clientes o cómo ellos han tratado de “persuadir” o coercionar a sus clientes para verme. Considerando que esto es siempre el caso en cualquier tipo de contexto de terapia considerando otras personas en la vida del cliente, necesito trabajar más duramente en este sistema para dar el mensaje de opción al cliente y a los colegas.

La base moral de la TCP es completamente diferente con la cultura general de los servicios forenses en la NHS. Allí, los principios exaltados son la desconfianza del cliente y de los profesionales expertos cuyo trabajo es proteger al público controlando a los clientes peligrosos. Este gran foco en la protección pública a menudo es, en mi visión, priorizado por sobre el cuidado del cliente. Si la preocupación principal del terapeuta es reducir el riesgo y él ve al cliente como “peligroso”, las actitudes del terapeuta en la TCP es posible que sean más difíciles de alcanzar. Para ser capaz de trabajar hacia estas actitudes el terapeuta debe ser capaz de focalizarse sobre las necesidades del cliente.

Los principios políticos del servicio proveen severas restricciones para el practicante centrado-en-la-persona, y yo me esfuerzo por ser tan honesta y abierta como sea posible con mis clientes acerca de mi rol dentro del sistema y en particular acerca de mis responsabilidades adicionales para la protección del público. Estoy clara acerca de los límites de mi confidencialidad y cuándo necesito alejarme de tratar de estar con y entender al cliente para preguntar específicamente acerca del riesgo para los demás e informar a otros acerca de estos riesgos. Sin embargo, pensar en proteger a los otros a veces me aleja de estar con mi cliente y limita lo mucho que puedo estar realmente con un cliente y tratar de entrar a su mundo, aunque parte de mi juzga desde afuera si necesito evaluar el riesgo actual para los otros.

Mi confianza en el potencial innato de cada cliente para el crecimiento positivo o el cambio (la tendencia actualizante) no significa que pueda confiar en que el cliente no pueda ofender o dañar a otros durante su proceso de crecimiento. Ciertamente no puedo predecir cuándo aparecerá ese proceso en el cliente, pero creerlo es la base más confiable para el cambio positivo. Finalmente, yo confío en la tendencia innata del cliente hacia el crecimiento que lo pondrá sobre el paso más positivo posible para él, mejor que si yo o alguien más pudiera saber qué paso podría ser. Yo encuentro que entre más respeto la autonomía de un cliente y trato y entiendo sus experiencias, a menudo, más son capaces de elaborar para si mismos porqué ellos hacen las cosas que han hecho y toman pasos para ser responsables y se detienen de herir a otros. Incluso si ellos son incapaces de tomar esta responsabilidad, a menudo dentro del contexto de nuestra relación, ellos están dispuestos de darme la información necesaria para actuar y prevenir el riesgo hacia ellos mimos o hacia los otros.

Worral (2001) describe esto como sigue:

“… [La Empatía] demanda una inteligencia crítica así como también sensibilidad emocional, cabeza así como también corazón. Demanda que confiemos en el proceso de actualización y que al mismo tiempo que procesamos la confianza, la critiquemos, de modo que trabajemos con los ojos abiertos. En esta forma, lleva la filosofía del enfoque centrado-en-la-persona y crea un espacio legítimo para el optimismo del enfoque en un mundo que a menudo es más cínico que optimista”.


También he aprendido desde la experiencia la importancia de la claridad considerando la diferencia entre entender los sentimientos de rabia o de deseo de herir a otro y actuar sobre la base de los planes de alguien para hacer eso inmediatamente. Yo actúo dentro de la TCP cuando trato y entiendo los sentimientos de alguien y luego puedo necesitar clarificar si yo también tengo una carga de protección pública para actuar desde ella. A veces, no es claro si los clientes están expresando sus sentimiento de rabia hacia las personas (lo cual pudiera requerir TCP), o si ellos están declarando intenciones de herir a otros (lo cual podría requerir mi acción de informar a alguien). En estos momentos, yo clarifico con mis clientes el significado de sus comunicaciones y si hay cualquier intención de actuar.


Conclusión.

La rabia y la violencia son experiencias humanas que necesitan ser entendidas dentro del contexto cultural de cada individuo. Trabajar con gente rabiosa dentro de los servicios forenses plantea muchas dificultades como resultado del contexto social y cultural del sistema. El asunto del poder penetra el sistema dentro del cual trabajo y los objetivos duales de tratamiento y control a menudo son opuestos. Trabajar en servicios forenses con el enfoque centrado-en-la-persona es un desafío constante. Esta cultura hace mi aproximación aún más esencial para tratar y proveer una experiencia más empoderadora para los clientes. Yo encuentro que este trabajo es posible si yo me identifico firmemente con mi cliente y trato de estar ahí para sus necesidades.

Sin embargo, en mi sistema de salud mental ideal, yo estaría disponible a proveer un servicio más efectivo y empoderador para clientes que experimentan dificultades con la rabia.

Trabajar éticamente con clientes que están experimentando rabia necesita claridad acerca de quién tiene el problema. Los servicios de salud mental necesitan establecerse con la prioridad de reducir el malestar, dejando el rol fiscalizador y la protección pública al sistema de justicia criminal. Sólo si dejamos los problemas de la violencia que daña a otros al sistema de justicia criminal, pueden los servicios de salud mental darle a los clientes rabiosos como Debbie y Paul la consideración que ellos se merecen, sin asumir la negatividad necesaria de la rabia y tratando de entender las experiencias en lugar de condenarlas y controlarlas.


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(*) Traducción: Luis Robles Campos (2010).
Psicólogo, Universidad de Tarapacá, Arica – Chile.
Fousing Trainer acreditado, Focusing Institute, New York.
Estudiante de Magíster en Psicología Clínica Adultos,
Universidad de Chile – Santiago de Chile.
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jueves, 14 de enero de 2010

Reflexiones Sobre Despejar un Espacio.


Reflexiones Sobre el Proceso de Despejar Un Espacio.

Luis Robles Campos.

REFLEXIONES SOBRE EL PROCESO DE DESPEJAR UN ESPACIO


Por Luis Robles Campos (*)

Abril, 2007.



INTRODUCCIÓN.

En la actualidad, Despejar un Espacio es una de las herramientas más utilizadas, comentadas y valoradas del enfoque experiencial de Gendlin. Desde su aparición a mediados de los setentas como preámbulo del proceso de Focusing, Despejar un Espacio ha sido foco de interés desde diversos puntos de vista. Se le ha señalado como una herramienta efectiva en la psicoterapia (Gendlin, 1981, 1982, 1996; Alemany, 1988, Leijssen, 1998a, 1998b, 2004; Hinterkopf, 1998); en la facilitación de tareas mentales complejas (Zimring 1983, 1985, 1988, 1990; citado en Hendricks, 2001); en el trabajo con niños tanto en contextos terapéuticos como escolares (Yuba & Murayama, 1988; McGuire, 1986; Stapert, 1997; Gendlin, Stapert & Boukydis, 1997); en el área médica como tratamiento complementario para individuos con cáncer (Grindler, 1985, 1999; Kanter, 1999) y para la reducción del estrés (Klagsbrun, 2001); entre otras aplicaciones. Más recientemente, Despejar un Espacio también ha sido foco de nuevos análisis al reexaminarse el efecto subjetivo que produce (Purton, 2002), y al cuestionarse su relevancia y utilidad como técnica de psicoterapia (Weiser Cornell, 1991, 1995, 1996, 2001).

Siguiendo los pasos de este notable interés en Despejar un Espacio, intentaré, en el presente artículo, reflexionar en profundidad sobre diversos aspectos relacionados con sus pasos y su proceso. Las reflexiones tendrán el objetivo de contribuir a un mayor entendimiento sobre el proceso de Despejar un Espacio para potenciar su aplicación.


HISTORIA.

Según algunos antecedentes (Cornell, 1991; Kirschner, 2003; Lee, 2003), la historia de Despejar un Espacio se remonta a mediados de los años setenta, cuando Eugene Gendlin dictaba una clase llamada “Psicología Filosófica” en la Universidad de Chicago. Durante esta clase, en cierta ocasión, una estudiante describía su experiencia con el primer movimiento del Focusing, que en ese tiempo apenas se estaba formulando:

“Ya que yo era bailarina y mi ‘temática’ era ‘la gente moviéndose en el espacio y el espacio en que se mueve la gente’, yo siempre estaba hablando con Gene desde una perspectiva espacial. Un día yo estaba diciendo algo acerca de “hacer espacio adentro” y él saltó. Dijo: ‘Eso es, eso es lo que estaba buscando para este paso de focusing que estoy tratando de formular. ¿Puedo usarlo?’ Yo le dije: ‘Por supuesto, me sentiría honrada’”. (Ellen Kirschner, mensaje en Focusing - Discusión List, 9 de diciembre de 2003).


Por lo menos hasta 1979, Gendlin denominó a este movimiento de entrada al Focusing como “Hacer un Espacio” (Making a Space):

“…Permítanme hablar acerca del primer movimiento (preparatorio) del Focusing, algo que a menudo pero no siempre es hecho antes que uno se focalice en un asunto específico… El primer movimiento del Focusing se llama ‘Hacer un Espacio’. En lugar de trabajar sobre el problema que molesta más, y en lugar de trabajar con todo a la vez… se nota en el cuerpo si uno se siente completamente bien acerca de su vida o no… Siempre hay unas cuantas cosas que el cuerpo está llevando…’Hacer un Espacio’ consiste en poner abajo lo que surge, de una manera amigable.” (Gendlin, 1979).


Posteriormente, Gendlin (1981) sustituiría la expresión Making a Space (Hacer un Espacio) por Clearing a Space (Despejar un Espacio), desarrollando una técnica que reunía la presencia contenedora y empática del terapeuta, la identificación de estresores por parte del cliente, y el uso de imaginería guiada para conseguir un estado de relajo corporal y de atención interna para que la persona llevara adelante el proceso de Focusing de un modo efectivo. Despejar un Espacio permitía al focalizador sintonizarse con su experiencia corporalmente sentida y vivirla como una referencia confiable para luego explorar y descubrir significado.


REFLEXIONES SOBRE EL PROCESO DE DESPEJAR UN ESPACIO.

Descripción y Procedimiento.

En general, se considera que Despejar un Espacio es de gran importancia para el desarrollo del proceso de Focusing, pero en particular ¿en qué consiste este procedimiento terapéutico?

Gendlin (1981) lo consigna como una forma de conseguir estar más cómodo con los problemas o preocupaciones que “llevamos” en el cuerpo en determinado momento sin sucumbir o hundirse en ellos, ni tampoco evitándolos, reprimiéndoles o escapándose de ellos; sino que contactándolos a través de “un tercer modo…mucho más útil, (realizando) un acto interno de distanciarte a ti mismo de lo que te está molestando pero, con todo, manteniéndolo delante de ti”.

Por su parte, Alemany (1988) lo define de un modo mucho más preciso al señalar que: “Despejar un Espacio consiste en dedicar unos pocos momentos a que la persona concentre su atención en darse cuenta de qué es lo que lleva en su cuerpo en esos momentos; en que saque las preocupaciones afuera o las ponga abajo; y en que pueda experimentar el alivio de la distinción entre el ‘sí mismo’ y las circunstancias o situaciones de la vida que actualmente vive”.

En la descripción de ambos autores se aprecia que Despejar un Espacio implica la realización de un “acto interno” con el cual logramos relacionamos de una manera especial con los sentimientos que tenemos acerca de nuestros problemas o preocupaciones de tal modo que conseguimos “distanciarnos de ellos” o “ponerlos afuera”. En la mayoría de los casos ese “acto interno” consiste, por una parte, en el reconocimiento amistoso y aceptante de los asuntos que se van identificando, y por otra parte, y más particularmente, en la realización de una imaginería guiada por el terapeuta, en la que se sugiere al cliente figurarse una imagen de cada problema, o de la sensación sentida que surge tras identificar cada problema, para luego visualizarla poniéndola a cierta distancia de si mismo; o a la inversa, visualizar los problemas e imaginarse que es él quien se aparta de ellos (Gendlin, 1981, 1982; Alemany, 1988; Leijssen 1998a, 1998b; Hinterkopf, 1998; Rapapport, 1988, 2006, etc.).

De los dos “actos internos” antes citados, la imaginería guiada del “poner a distancia” constituye uno de los pasos más importantes, puesto que se ha descrito como un elemento clave para lograr el efecto deseado al implementar la técnica. ¿Cuál es exactamente ese efecto deseado? La mayoría de las veces se lo describe como “despejar un espacio interno”, “poner los problemas a distancia”, “poner abajo la carga de las preocupaciones”, “desidentificarse de las emociones abrumadoras”, o con otras metáforas que no necesariamente explican de forma adecuada qué es lo que concretamente ocurre con Despejar un Espacio (Purton, 2002).

Ya que las metáforas que usualmente se usan para intentar describir el proceso experiencial subyacente en la aplicación exitosa de la técnica no resultan del todo aclaradoras, más abajo se reflexiona en detalle cuál sería el fenómeno que efectivamente se produce, no sin antes examinar cual es la experiencia que la técnica produce en el cliente o focalizador.


¿Qué tipo de experiencia facilita Despejar un Espacio en el focalizador?

La práctica de Despejar un Espacio puede conllevar a una serie de positivas experiencias “cuerpo-mente-situación”, ya que no sólo produce efectos en la vivencia de la corporalidad, ni exclusivamente favorece ciertos estados cognitivos, sino que permite también reposicionarse de un modo más fluido en el contacto interpersonal o en la realización de tareas diversas, como las que implican el uso de la creatividad, por ejemplo.

Primero, quiero enfatizar que en Despejar un Espacio ningún problema, emoción o situación es colocado “aparte” o “abajo” o “a cierta distancia”, ya que estas expresiones sólo son metáforas que pretenden referirse a complejos procesos que ocurren en la experiencia del cliente (Leijssen, 1998b; Purton, 2002) y en ningún caso pretenden señalar que en ella ocurra de manera factual o concreta algo igual o parecido a todas estas descripciones, aún cuando un fructífero uso de la imaginación pudiera hacerlo parecer así.

De hecho, lo que sucede no es que la emoción corporalmente sentida sea alejada, sino que ella cambia, se siente de otra manera, se torna más fácilmente atendible, se hace menos incómoda, o bien, pasa de vaga y difusa a sentirse con más claridad; debido a que el proceso que facilita la técnica ayuda a que la persona se relacione de un modo más aceptante con ella misma, sin los condicionamientos que detienen o despotencian el proceso corporal de experienciación. Esto a su vez genera cambios a nivel corporal, cognitivo y subjetivo-situacional.


Nivel corporal.

A nivel corporal el efecto más conocido de Despejar un Espacio es una notoria disminución de la tensión corporal, tanto a nivel propioceptivo como a nivel interno. Es posible constatar una disminución en las zonas del cuerpo que se caracterizan por acumular estrés, los hombros, el cuello, la espalda. Respecto de la sensación corporal interior, Despejar un Espacio consigue que ésta se haga más liviana, suave o apaciguada. También tiene un efecto positivo apaciguador en los casos de dolor físico debido a enfermedades, por ejemplo, en enfermos de cáncer (Grindler, 1985, 1999; Kanter, 1999).


Nivel cognitivo.

Desde un punto de vista cognitivo, Despejar un Espacio facilita el desempeño en tareas mentales complejas que requieren atención a estímulos internamente generados, ya que contribuye a desplegar una atención prolongada o ininterrumpida sobre la experiencia corporalmente sentida, o sobre la realización de tareas externas que requieren el despliegue de la creatividad, el uso flexible de la atención o un manejo conceptual complejo (referencia a varios estudios citados en Hendricks, 2001).


Nivel subjetivo-situacional.

Desde el punto de vista subjetivo, Despejar un Espacio, contribuye a crear una relación entre el Yo que atiende y el aspecto específico de la experiencia que es atendido. Para que esto suceda es necesaria establecer una diferenciación de “yo estoy aquí y acá en mi interior está eso”, Ann Weiser Cornell (1995) le llama a esto “Distancia + Conexión”, lo cual implica identificar y reconocer un aspecto de la experiencia que hasta ese momento resultaba ajeno o incómodo.

La técnica también ayuda a incrementar los niveles de aceptación hacia uno mismo, llevando a la persona a dar un paso más allá de la mera negación, rechazo o desconexión con su propia experiencia. Y por otra parte, favorece un mayor nivel de sumergimiento en la experiencia del aquí y el ahora, alejándonos de pensamientos racionalizados o análisis que nos apartan de nuestro sentir fenomenológico y ayudándonos a conectarnos con nosotros mismos y con los otros en la situación actual.


¿Cuál es el proceso experiencial subyacente en el efecto de Despejar un Espacio?

Es esencial tratar de responder esta pregunta para comprender el porqué de la estructura de pasos que comprenden Despejar un Espacio, para entender porqué funciona la técnica y por supuesto también para visualizar porqué a veces no lo hace.

Se define Despejar un Espacio como una herramienta que apunta a cambiar el modo en que estamos “llevando” corporalmente nuestros problemas o situaciones vitales, por lo tanto, se hace necesario reflexionar primero qué implica “llevar un problema”.

Cuando enfrentamos una situación o problema se ponen en juego una serie de aspectos que se enmarcan en la vivencia interpersonal (Gendlin, 1968). Por una parte, están nuestras reacciones primeras hacia ésta, quizás pena, alegría, rabia, etc.; lo que constituye nuestras emociones primarias o nuestros sentimientos auténticos de reacción (Greenberg & Bolger, 2001). Por otra parte, se encuentran nuestros modos de enfrentamiento desadaptativos que han sido socialmente aprendidos, los cuales se convierten en reguladores o condicionantes de nuestras reacciones primeras, por ejemplo: “Debo solucionar este asunto lo más pronto posible”, “Si sientes pena no debes mostrarlo”, “Enfréntalo con la madurez de un adulto, sin asustarte”, “Debo dar una buena impresión, debo mostrarme fuerte ante este asunto”, etc.

Entonces, lo que constituye una “situación-problema” no es sólo la situación en sí, ni tampoco nuestras reacciones primeras exclusivamente, sino que el entrecruzamiento de esto con los condicionamientos sociales y con las interpretaciones que surgen de la cruza de ambos (nuestras complejas concepciones acerca de nosotros mismos en relación a los otros, nuestras maneras de obtener aprobación, y mucho más); todo eso entrecruzado y sintiéndose holísticamente en una sola sensación de incomodidad o intranquilidad. Básicamente, son las fuerzas organísmico-adaptativas y los aprendizajes que funcionan como reguladores de las fuerzas organísmicas, que se contraponen mutuamente en la experiencia, lo que se llama “llevar un problema”.

El punto es que cuando estamos llevando un problema no estamos plenamente conscientes de estos condicionamientos que regulan o reprimen nuestra experiencia auténtica, y son justamente algunos pequeños pasos de Despejar un Espacio los que tendrían el objetivo de anular o desarticular tales condicionamientos.

Con Despejar un Espacio se pretende ir más allá de estos condicionamientos, para llegar a mayores niveles de auto-aceptación, o a la inversa, lograr mayores niveles de auto-aceptación para desactivar estos condicionamientos. Esto se logra a través de la actitud de reconocimiento que se da a cada problema estresor identificado y con la imaginería guiada donde se deja los problemas “ahí, como descansado delante de uno, al menos por un momento”. Podemos volver a Gendlin para visualizar mejor esto (se agregaron negrillas para destacar las ideas antes expuestas):

“Hay muchos modos de acceso al primer movimiento, muy diferentes actos internos que pueden producir el necesario medio positivo – de aceptación de la mente o cuerpo. Un medio de acceso que da buen resultado para una persona, puede no resultar para otra… Una vez que a tu cuerpo le permitas ser él, sin presiones, él tiene la sabiduría para tratar tus problemas.” (Gendlin, 1981).


Este análisis es esencial para entender porqué Despejar un Espacio no siempre funciona. Se entenderá que la técnica falla cuando la persona no logra identificar y/o desarticular los niveles de experiencia que funcionan como condicionantes de la experiencia auténtica, cuando no se logra la actitud de aceptación hacia él o los problemas identificados, o cuando no se logra a través de la imaginería guiada (que intenta dejar los problemas, por decirlo de alguna manera, en estado de “pausa”), permitir que el cuerpo sea él mismo, “sin presiones”.

Campbell Purton (2000) realiza una análisis similar cuando examina que implica estar “entrampado en un sentimiento”. Para Purton, estar “entrampado” implica tener “sentimientos acerca de otros sentimientos”. Por ejemplo, puedo podemos tener miedo a enfrentar un desafío, y a la vez sentir vergüenza de sentir miedo, e incluso estar aburrido de sentir miedo y rabia a la vez. En cualquier caso, este tipo de relación implica no tener una actitud de aceptación hacia uno o más sentimientos, ya que, según Purton, los nieveles superiores de sentimiento funcionan esencialmente como modificadores (o condicionadotes) de los niveles inferiores de sentimiento. Esto es en palabras de Gendlin “Llevar un problema”. Por lo tanto, la posibilidad de desentrañarse de un sentimiento, o de despejar un espacio interior, depende principalmente de la acción de identificar o desarticular la función modificadora o condicionadota de los niveles superiores de sentimiento hacia los niveles inferiores. Esto es, el acto o la actitud de aceptación que es esencial para despejar un espacio: “Sí, en realidad, tengo miedo, no es necesario que me avergüence de ello, en realidad tengo miedo”.


¿Cuáles son los elementos que componen y caracterizan la experiencia dual de Despejar un Espacio?

En la minuciosa reflexión que Alemany (1988) realiza sobre el proceso de Despejar un Espacio, menciona que existen cuatro aspectos esenciales para entenderlo: 1) Facilitar una atención corporal, 2) Hacer un inventario, 3) Lograr la distancia adecuada, y 4) Experimentar el sí mismo y el sentirse bien.

Sin embargo, yo creo que en tal análisis queda omitido un aspecto esencial del proceso, la interacción, ya que Despejar un Espacio no consiste sólo en la mera aplicación de una serie de pasos técnicos, sino que constituye una experiencia dual, que se produce o se concreta en la relación terapeuta-cliente. Por el motivo anterior, a continuación repasaré los elementos que cita Alemany para comprender Despejar un Espacio (tratando de profundizar aún más en su entendimiento), pero además añadiré una reflexión sobre la dimensión relacional de su proceso.

Entonces, los aspectos que examinaré serán cinco, los cuales identificaré con los siguientes nombres: 1) Dimensión relacional, 2) Proceso especial de atención, 3) Identificación de estresores, 4) Un acto interno, y 5) Experimentar el sí mismo y el sentirse bien.


Dimensión relacional.

Generalmente Despejar un Espacio es descrito casi exclusivamente apuntando a los pasos que lo constituyen como técnica; sin hacer referencia a la importancia de la interacción como un factor absolutamente constituyente de su proceso, implementación y resultados.

Básicamente, Despejar un Espacio es una experiencia que ocurre en el encuentro entre dos personas, por lo tanto es una experiencia interaccional. En este encuentro, una persona intentará atender y describir su experiencia inmediata, mientras que la otra acompañará a la primera a través de la escucha empática y una serie de sugerencias, con el fin de conducirla a un estado de mayor conexión consigo misma o a un mayor nivel de experiencing.

Es indispensable, para que Despejar un Espacio funcione, que la persona que escucha esté lo suficientemente “presentificada” (en el aquí y el ahora) para aquella que atenderá su experiencia (el cliente o focalizador), y que no esté con su mente en otros asuntos pasados o futuros. Diversos autores (Tudor & Worral, 1994; Geller & Greenberg, 2002; Schmid, 2002) desde perspectivas diferentes, mencionan la Presencia, o capacidad de estar sumergido en el aquí y el ahora, como una de las condiciones más básicas del encuentro existencial, sobre todo si tiene un carácter psicoterapéutico, como es el caso de Despejar un Espacio.

En la dimensión relacional de Despejar un Espacio también son importantes diversos aspectos de la comunicación, como el lenguaje corporal, los aspectos paraverbales y la utilización de formas lingüísticas precisas. Nuestro lenguaje corporal concreto influirá en la manera en que nos encontremos con el otro, por lo tanto una adecuada distancia física y una propicia disposición corporal de atención e interés pueden contribuir a crear un clima de focalización interior. Los aspectos paraverbales juegan un rol más importante aún; un tono de voz claro o suave y un ritmo pausado en el habla serán esenciales en la realización de la técnica, sobre todo cuando la persona se sienta ansiosa, tensa o angustiada. La utilización de un lenguaje sencillo, por supuesto, será altamente pertinente.

El uso de la meta-comunicación (Watson & Greenberg, 2000) es otro sutil aspecto de la dimensión relacional que puede contribuir a implementar adecuadamente Despejar un Espacio. La meta-comunicación incluye los comentarios del terapeuta acerca del proceso terapéutico de una manera sencilla y genuina, en la que explica al cliente en qué consiste y a que puede ayudar una técnica específica. Incluye, además obtener el acuerdo del cliente acerca de la posible aplicación de la técnica. Si Despejar un Espacio se realiza sin avisar, la persona lo puede vivenciar como extraño o incluso intrusivo; y esto, por consiguiente, puede producir el fracaso en la aplicación de la técnica, e incluso, rupturas en la alianza terapéutica.

Otro aspecto acerca de la dimensión relacional que es bastante sutil pero a la vez esencial, es preguntarse: “¿Es necesario en este momento que me contacte con esta persona a través de esta intervención?” Considero necesario plantearse esta pregunta porque entiendo que cuando se proponen técnicas evaluándolas como de alto valor terapéutico, pueden ser usadas de un modo estereotipado. Por ejemplo usando Despejar un Espacio o una variación de él, siempre al comienzo de cada sesión, o siempre de la misma forma.

Finalmente, otro aspecto aún más sutil respecto de la dimensión relacional es lo que yo llamo “la respuesta interna del terapeuta”, con lo cual hago referencia a lo que el terapeuta hace con su experiencing mientras interactúa con el cliente, si la propia sensación interior es sencillamente chequeada, o mejor aún, intencionalmente apaciguada. Creo que “despejar”, “apaciguar” o “silenciar” la propia sensación interior, mientras se realiza Despejar un Espacio es un paso que contribuye a la comprensión del cliente, y a que éste logre una adecuada sintonización consigo mismo.

Reflexionando todo lo anterior, vemos que Despejar un Espacio no es simplemente el resultado de la aplicación de los pasos de la técnica, es una interacción, una experiencia dual. Ya que cliente y terapeuta no están separados, decimos que el resultado de la técnica se ve afectado por la influencia mutua entre ambos, y que a su vez la técnica y la influencia mutua re-crea a ambos individuos.


Un tipo especial de atención.

Las características de la atención que el cliente pueda desplegar en Despejar un Espacio, por supuesto que son una propiedad de las características y de la calidad de la Dimensión Relacional del proceso. En este sentido entenderemos que todos los elementos citados en el apartado anterior contribuyen en alguna medida a que el cliente despliegue una atención constante y cálida sobre su experiencia.

Habitualmente se habla de la atención que se despliega en Focusing como una “atención especial”; esto se debe a que lo que se busca no es meramente un proceso cognitivo en el cual la persona debe centrarse en su experiencia corporalmente sentida de manera ininterrumpida, sino que también se busca favorecer una atención afectiva sobre aquello que se atiende, una atención paciente, interesada, no valorativa, no analítica, amigable, etc. En este sentido entenderemos que el proceso atencional que se busca desplegar es cognitivo-afectivo.

Volcamos la atención sobre la experiencia corporalmente sentida del cliente con alguna invitación o sugerencia explícita. Sostenemos la atención ahí, haciendo que la persona vuelva una y otra vez sobre su experiencia, con invitaciones puntuales, con formas lingüísticas específicas (“esta parte de ti”, “algo en ti”, etc.), y con el uso del lenguaje no verbal (haciendo gestos con las manos en referencia a la experiencia sentida, por ejemplo).

Según mi opinión, una de las claves del proceso es que la atención sea sostenida, por esto, si la persona pierde su atención, su foco, buscaremos restablecerlo. Una atención constante ayuda a reducir la ansiedad.


Identificación de estresores.

Despejar un espacio involucra la realización de un inventario de los estresores que se están llevando, para que ellos luego puedan ser “despejados” del cuerpo. Se considera que este paso es más sencillo y útil que tratar de trabajar inmediatamente con la complejidad holística de todos los problemas en conjunto.

Se debe señalar al cliente que lo que se busca no es realizar una lista interminable con todos los problemas que pudiera tener en su vida, sino sólo con aquellos que se sienten pesados o incómodos ahora mismo. Alemany (1988) destaca que “Es importante recalcar que eso se hace con el cuerpo y desde el cuerpo”, esto quiere decir que la identificación de cada problema estresor se debe realizar chequeando el espacio corporal interior.

Después de identificar cada estresor, se invita a la persona a captar un referente directo acerca del problema citado, por ejemplo: “Tengo un montón de deudas…me siento asustado de no poder pagarlas y quedar más endeudado”. La técnica opera cuando acogemos cada expresión del cliente y cuando la invitamos a relacionarse con ella de un modo específico, de un modo aceptante. Tras la identificación de cada problema y tras cada referente directo volvemos sobre ese “residuo de experiencia” que aún permanece produciendo tensión o incomodidad y continuamos nuestra interacción empática. Lo que hacemos en este paso es “reconocer” o validar cada asunto o problema, con una actitud de “Sí, eso está aquí y eso otro también está ahí” (Gendlin, 1981, 1982). Cabe destacar que la persona no necesita nombrarnos específicamente cada preocupación o problema y que sólo basta con que los identifique para ella. Esto se lo podemos señalar a la persona antes de realizar el ejercicio.

Posteriormente se invitaría a dejar cada problema a “cierta distancia” con la imaginería guiada del próximo paso. Después de que cada estresor es “removido”, se puede apreciar el efecto beneficioso, encontrando que progresivamente se produce un alivio físico después de que cada estresor es puesto “fuera del cuerpo”.


Un acto interno.

Ya mencionamos que la ejecución de un “acto interno” es uno de los elementos claves de Despejar un Espacio y que la mayoría de las veces consiste en una imaginería guiada en que se insta a los clientes a desarrollar una imagen en que los problemas o la sensación sentida misma son puestos a “cierta distancia”. Ahora vamos a especificar cuales son las posibilidades dentro de esa imaginería guiada y a mencionar otros tipos distintos de actos internos que se implementan como medio para lograr el efecto deseado de Despejar un Espacio.

Leijssen (1998a, 1998b, 2004) menciona que básicamente hay cuatro formas de “lograr una distancia correcta entre el Yo y los problemas”; 1) Poner los problemas aparte, 2) Dar un paso atrás de los problemas, 3) Crear un espacio de respiración en el cuerpo, y 4) Hacer contacto con un “buen lugar” (“good spot”). Sin embargo, yo reordenaré esta clasificación para ser aún más específico, puesto que sus dos primeras propuestas corresponden a variaciones de la imaginería guiada, y porque su cuarta proposición “hacer contacto con un buen lugar”, tal cual ella lo menciona (Leijssen, 1998b) incluye dos actos totalmente distintos: recordar algo positivo y atender una parte del cuerpo que se experimenta de forma agradable.

Entonces, mi clasificación será la siguiente: 1) Imaginería guiada, 2) Respiración, 3) Recordar algo positivo, y 4) Atender una sensación agradable en el cuerpo.

Imaginería guiada: La imaginería guiada es el procedimiento más habitualmente citado y utilizado para practicar Despejar un Espacio. Las posibilidades respecto de las imágenes, es bastante amplia o quizás ilimitada, pero básicamente se puede agrupar en cuatro acercamientos: a) Poner a distancia: Se imagina los problemas como algo que se pone a cierta distancia, lejos, abajo, o aparte, por ejemplo, algún tipo de peso que dejamos en el piso, una maleta que soltamos de nuestras manos, etc. b) Distanciarse: Imágenes donde se visualiza que somos nosotros mismos los que nos distanciamos de algo muy grande, por ejemplo, distanciarnos de los problemas que son vistos como rocas o montañas, etc. c) Poner en un lugar seguro: Cuando se pone algún aspecto o persona que producen temor o compasión en un lugar seguro, por ejemplo, poner a una persona que nos agredió tras las rejas, o al otro lado del río, o cuando necesitamos imaginar a un pequeño niño maltratado o un hijo muerto en una cuna, o en nuestro regazo, etc. d) Imaginar un paisaje o recuerdo agradable: Implica solicitarle al cliente que imagine un paisaje o circunstancia que invoque paz en su vivencia inmediata, como una plaza, bosque o playa; o bien, que rescate el recuerdo de una situación que le produzca paz, tranquilidad o sentimiento de protección. Desde esta vivencia se invita luego a abordar los problemas que previamente se experienciaban como abrumadores.

Respiración: Otra manera, mucho más sencilla de producir una sensación de despeje es iniciar una respiración suave y rítmica mientras se atiende el espacio interior que pudiera estar tenso, como si se estuviese “llevando” aire puro a tal espacio. La clave está en mantener a la persona sumergida en este acto de llevar aire puro a su interior, de modo que se sustraiga de la inquieta actividad del pensamiento acerca de todo eso que le aqueja y le abruma (una vez más, un elemento esencial es la atención ininterrumpida y amable).

Recordar algo positivo: Una tercera opción es recordar alguna figura protectora que la persona haya tenido o tenga actualmente en su vida. Por ejemplo, una persona puede imaginarse a la sombra de un árbol que había en la casa de sus abuelos donde se refugiaba cuando estaba triste, o imaginarse a un pariente u otra persona que identificamos como aceptante y afectuosa hacia nosotros, de tal modo que esto contribuya a sentir el espacio interior de un modo más relajado.

Atender una sensación agradable en el cuerpo: La cuarta opción, generalmente utilizada cuando se trabaja con persona con dolor físico crónico, como enfermos de cáncer. En la medida que la persona permanece agobiada por la vivencia del dolor, no puede forjar el foco de atención interior que le permitiría acercarse adecuadamente a sus sentimientos. Por lo tanto la sugerencia apunta a focalizarse en una parte del cuerpo donde se experimente una sensación agradable, y luego de crear ese punto de atención pasar a trabajar con los sentimientos de la persona.


SOBRE LA PERTINENCIA DE LA APLICACIÓN DE LA TÉCNICA.

Cuando puede ser necesaria

Habitualmente se considera que Despejar un Espacio es especialmente útil en un proceso con “demasiada cercanía”, en el cual el cliente muestra, verbalmente o no, que demasiado está viniendo a su sentir, que su experiencia está siendo demasiado intensa, que está experimentando emociones abrumadoras o alto niveles de ansiedad (Weiser Cornell, 1995; Hinterkopf, 1998, Leijssen, 1998); este tipo de proceso puede hacer que la persona esté pensando demasiado lo cual le impide centrarse de manera optima en su sentir, o que la experiencia corporal resulte tan intensa que haga imposible el proceso cognitivo atencional que es crucial para empezar a focalizarse en la experiencia.

Despejar un Espacio puede ser útil en el caso en que la persona esté consciente que está aproblemada por diversos asuntos claramente identificables, o cuando la persona está demasiado tensa sin saber al principio debido a qué. También resulta pertinente cuando hay dolor físico debido a lesiones o enfermedades, como es el caso del cáncer.

Sin lugar a dudas, si la persona está muy inquieta debido a que la cualidad de sentimiento es muy intensa, o si está divagando de un tema en otro sin hacer referencia concretas a su experiencia, Despejar un Espacio puede ser de ayuda.


Cuando no es necesaria y cuando resulta contraproducente.

Hasta ahora casi todas las apreciaciones sobre Despejar un Espacio en la bibliografía del movimiento experiencial lo señalan como un movimiento inherentemente beneficioso e incluso casi indispensable. Sin embargo, debemos advertir que de hecho, no siempre es necesario implementarlo y que además puede resultar contraproducente en algunas situaciones.

No todos necesitan realizarlo: ¡Por supuesto! No todas las personas requieren ayuda para ponerse en contacto con su experiencia corporalmente sentida. Hay personas que presentan de forma innata la capacidad para enfocarse en lo implícito; se toman su tiempo para contactar una sensación sentida, se centran en ella y van chequeando con ésta cada cosa que dicen, de modo que logran muy naturalmente llevar adelante su experiencia. Básicamente, lo que estás personas necesitan es la compañía empática de un otro, ya que su capacidad de “focalizar”, o la capacidad de sintonizarse y escucharse eficazmente a si mismas sólo necesita del ambiente o interacción adecuada para surgir. Para este grupo de personas, la aplicación de Despejar un Espacio sería innecesaria.

No todos logran realizarlo: Muchos clientes se muestran incapaces de seguir la sugerencias o instrucciones de Despejar un Espacio, especialmente cuando deben hacer el listado y reconocimiento de las preocupaciones que llevan en su cuerpo en ese momento, y más aún cuando deben imaginar que las están poniendo aparte o a cierta distancia. Esta dificultad puede ocurrir en un setting terapéutico individual, pero ocurre con más frecuencia cuando Despejar Un Espacio es realizado de forma grupal, ya que en tales circunstancias el contacto entre guía y focalizador no es tan personalizado. Lo anterior se puede atribuir a problemas en el vínculo terapéutico o a problemas en la implementación de la técnica, pero también a ambos factores.

No todos deberían realizarlo: Si consideramos que Despejar un Espacio se recomienda particularmente para personas en un proceso con “demasiada cercanía”, que están experimentando emociones abrumadoras, o se hallan muy dispersas debido a la ansiedad, entonces, se correría el riesgo de implementarla con personas que están en el proceso contrario, en un proceso con “demasiada distancia”, el cual se caracteriza porque la persona “no sabe sobre qué hablar, sintiendo pero muy poco, o siempre dudando de los sentimientos, necesitando un tiempo largo para contactar una emoción, perdiendo ese contacto fácilmente, concentrándose en procesos intelectuales y hablando desde allí; explicando un montón de cosas al terapeuta, racionalizando el problema, predominantemente citando la autoridad externa, comprometiéndose en discusiones muertas.” (Leijssen, 1998).

En estos casos, el uso de Despejar Un Espacio presenta esencialmente dos desventajas: 1) Que la sensación sentida del cliente puede experimentar abandono ya que se le está instando a apartarse, lo cual replica una vez más el tipo de contacto que usualmente tiene la persona con sus sentimientos y, 2) Que el cliente pueda perder el escaso y frágil contacto que tiene con su sensación sentida. (Weiser Cornell, 1996).

Teniendo en cuenta lo anterior, comprenderemos que el uso de Despejar un Espacio con personas que presentan este tipo de proceso experiencial, podría resultar contraproducente. Muchas veces, es precisamente el uso de la imaginería guiada la que produce estos efectos indeseados en personas que están teniendo un proceso con “demasiada distancia”.

Respecto de las personas con un proceso de “demasiada distancia”, yo creo que no necesariamente están sintiendo muy poco o nada, sino que solamente no saben prestar atención a su experiencia, y/o no saben como empezar a describir aquello que sienten. Por supuesto, en el caso de aquellos acostumbrados a realizar análisis y racionalizaciones esta dificultad puede hallarse acrecentada. Para estos casos, entonces haría falta otro método de entrada para contactarlos con su experiencia y dejarlos en buen pie para realizar el Focusing (esta posibilidad se examina más abajo).

No todos quieren hacerlo: Muchas personas en psicoterapia sólo necesitan estar en un contacto directo con el terapeuta, y no quieren someterse a técnicas, aún cuando ya se haya desarrollado una sólida alianza terapéutica. En estos casos, la implementación inadecuada de Despejar un Espacio puede ser un paso contraproducente en la relación terapéutica, porque la persona puede sentir que el terapeuta está más interesado en aplicar técnicas que en estar en contacto con ella. La implementación de técnicas debe establecerse de mutuo acuerdo con la persona.

A veces no es conveniente hacerlo: Greenberg y Cols. (1993) plantean que no siempre es conveniente solicitar al cliente realizar tareas que impliquen algún grado de complejidad en su ejecución, por ejemplo, en los primeras sesiones de la terapia, cuando aún no se ha desarrollado una sólida alianza terapéutica; o cuando las personas se hallan en un proceso de alta vulnerabilidad. Se recomienda que en estos casos el terapeuta sólo se mantenga respondiendo empáticamente. Si examinamos Despejar un Espacio apreciaremos que se trata en efecto de una técnica compleja, con variados pasos, y varios tipos de pasos; por lo tanto, no sería conveniente implementarlo en los casos que se han señalado.


3.6 Lo que hace que Despejar un Espacio (a veces) no funcione.

La mayor parte de las veces se habla de Despejar un Espacio como una técnica inherentemente valiosa o de ayuda. Pocas veces se habla de las dificultades se pueden encontrar al implementar la técnica, y mucho menos se habla de sus efectos adversos. La excepción a esta postura, han sido los planteamientos críticos de Ann Weiser Cornell (1991a, 1991b, 1995, 1996).

Dificultades relacionadas con la alianza terapéutica: Cuando cualquiera de los tres elementos constituyentes de la alianza terapéutica (vínculo, objetivos, tareas) se haya descuidado, se corre el riesgo de aplicar Despejar un Espacio sin éxito o incluso de manera contraproducente. Si la técnica se impone o se sugiere sin que la persona se sienta segura con el terapeuta (vínculo) es probable que pueda fracasar. Si el cliente, o cliente y terapeuta no han acordado y explicitado cuales son los objetivos de la actividad terapéutica (objetivos), por ejemplo, si la persona sólo desea sentirse escuchada sin tener que estar experimentando con técnicas que provienen desde la experticia del terapeuta, entonces también puede haber riesgos de una aplicación inapropiada de la técnica. Por último si la persona desconoce una idea general de cuáles serán las características de las técnicas que se le sugerirá practicar, entonces el riesgo será similar. El éxito o fracaso en la aplicación de Despejar un Espacio SIEMPRE dependerá de las fluctuaciones en la calidad de la alianza terapéutica.


Dificultades relacionadas con la técnica: Aparte de las dificultades surgidas por deficiencias en la alianza terapéutica, las fallas en el proceso de Despejar un Espacio pueden tener su génesis en aspectos específicos de la técnica. Yo distingo dificultades en la realización de un listado de preocupaciones o estresores, y con mayor frecuencia, en la realización de la imaginería guiada, el “acto interno” que distingue la técnica de despejar un espacio.


Listado de preocupaciones.

En no pocas ocasiones, sucede que las personas ejecutan Despejar un Espacio realizando un listado prefabricado de preocupaciones, repitiendo un discurso que ya han hecho en otras ocasiones con otras personas, nombrando asuntos que no están allí en su experiencing, en ese preciso momento. También se da el caso de personas que se explayan en detalles acerca de una o más de los asuntos o problemas que van citando, y en lugar de conseguir relajarse se van tensionando más. Me ha tocado incluso, acompañar a personas que aún cuando han cerrado los ojos, no están centrándose en su interior, ¡sólo están con los ojos cerrados! y continuando citando preocupaciones “desde su cabeza” o hablando sin ningún tipo de compromiso experiencial que vaya a conducir a un despeje de espacio.

El listado de preocupaciones propuesto puede alejar a la persona del aquí y el ahora, puede hacer que se explaye mucho y que la sesión se ocupe sólo con Despejar un espacio (Weiser Cornell, 1995).

Quiero distinguir entre listado de preocupaciones-problemas y un listado de referentes directos, porque lo que necesitamos no es la mera identificación de preocupaciones, sino que también los referentes directos de esas preocupaciones, o incluso sólo los referentes directos (ver por ejemplo, transcripción en Alemany, 1988).


Imaginería v/s Cambio corporal.

Para empezar, la imaginería guiada del poner las cosas aparte puede ser experimentada como directiva. Puede que la imaginería sugerida no se ajuste en forma alguna a la experiencia sentida. Gendlin (1970, 1996) insiste en que el trabajo con imágenes debe surgir desde la sensación sentida, y que en la medida de lo posible no debe ser guiado, pero cuando se refiere a Despejar un Espacio contradictoriamente propone imaginerías guiadas.

Respecto del uso de la imaginería y su esperado efecto corporal, podemos hallar cuatro situaciones: a) Que la persona realice la imaginería y se despeje corporalmente (este es el más obvio, así que no lo voy a comentar a continuación), b) Que la persona realice la imaginería, pero no se despeje corporalmente, c) Que la persona no pueda realizar la imaginería y no se despeje corporalmente, y d) Que la persona no pueda realizar la imaginería, pero que inesperadamente sí se despeje corporalmente.


a) La persona realiza la imaginería, pero no se despeja corporalmente: Esto es algo bastante habitual sobre todo en personas que tienen poca experiencia practicando Focusing, pero también puede ser experimentado por personas que sí lo conocen.

Respecto del uso de la imaginería en Despejar un Espacio, Gendlin (1982) enfatiza:

“Después de cualquier uso de la imaginación, por supuesto, se debe comprobar en el cuerpo para ver si viene alivio físico. La imaginación no decide si el problema se ha puesto a un lado o no” (negrillas agregadas).


Entonces, puede ocurrir que un cliente indique que ha puesto los problemas a cierta distancia porque a nivel de la imaginación lo ha hecho, no habiéndolo realizado aún a nivel corporal, sencillamente porque todavía no conoce esa especial forma de atención corporal y cómo hacer el acto interno. Podemos imaginar muchas cosas agradables sin necesariamente estar relacionándonos con los asuntos de un modo aceptante, o sin lograr descansar de los problemas. En este caso, la persona no logra identificar y desarticular los niveles superiores de sentimiento que funcionan como condicionadotes de los sentimientos más básicos.

c) La persona no puede realizar la imaginería y no se despeja corporalmente: Este es otro resultado bastante usual, la persona no logra realizar la técnica de ninguna manera. Quizás la persona no tiene la facilidad de realizar imaginería, o quizás no le resulta de ayuda tener que seguir la imaginería dirigida que le impone el terapeuta, porque es sensible a asuntos de control, dominación y poder con figuras de autoridad, entre ellas el terapeuta (una vez más, la dimensión relacional implicada en el desarrollo de la técnica). En este caso, quizás el esfuerzo de realizar una imaginería guiada obstaculiza la posibilidad de desarticular el entrampamiento de sentimientos que implica llevar un problema.

d) La persona no puede realizar la imaginería, pero se despeja corporalmente. En este caso nos podemos preguntar ¿Qué causa el despeje corporal si no fue la imaginería? Yo creo que, el tipo de interacción y el proceso atencional ininterrumpido. En este caso, sería la presencia del terapeuta y las interacciones previas a la aplicación de la técnica las que estarían conduciendo a un resultado exitoso, o quizás también las características positivas del para-lenguaje durante el intento de la técnica (tono suave de voz, ritmo pausado de las instrucciones), las que estarían contribuyendo al despeje de espacio. La actitud presente y aceptante del terapeuta ayuda al cliente a desarticular la actitud critica o distante hacia sus sentimientos y lo lleva a una actitud de aceptación.




MÁS OBSERVACIONES SOBRE EL PROCESO DE DESPEJAR UN ESPACIO.

Aún cuando Despejar un Espacio fue formulado originalmente como un movimiento preliminar para potenciar los otros cinco pasos del Focusing, en la práctica se puede observar que muchas veces no constituye un procedimiento muy diferente de éstos; ya que para llevarlo a cabo de manera exitosa, es necesario prestar atención a la experiencia corporalmente sentida, también se deben realizar referentes directos, resonarlos, o hacer preguntas. De hecho, lo único que resulta definitivamente característico de la clarificación de espacio, en relación con el resto del proceso de Focusing, es su acercamiento marcadamente directivo; lo cual se observa en la solicitud de realizar un listado de preocupaciones, la imaginería guiada del ‘poner a distancia’, y las sugerencias (o incluso insistencias) del terapeuta hacia el cliente pidiéndole que “No te metas profundamente en eso por ahora”. (Ver transcripciones en: Alemany, 1988 y The Folio: Focusing and Medicine, 1999).


VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE DESPEJAR UN ESPACIO.

Ventajas.

Indiscutiblemente, Despejar un Espacio ha demostrado ser una aplicación terapéutica útil en variados contextos, por lo tanto, podemos advertir que tiene una serie de ventajas. Para empezar, se plantea como un procedimiento independiente que se puede utilizar no sólo como preámbulo de la actividad psicoterapéutica, sino que también se puede implementar como una preparación para actividades creativas o meditativas, o incluso practicarse sin otro objetivo que conseguir la sensación de “espacio despejado”. Desde otra perspectiva, Despejar un Espacio, se plantea como una herramienta útil para usarla en contextos muy variados y con grupos de personas muy diversos. Por ejemplo, en la psicoterapia, en la medicina, en la actividad creativa, en la meditación, en contextos médicos, en la educación, en el deporte, etc.; y en beneficio de personas adultas, enfermas, o con niños. Sin mencionar que parece indispensable para trabajar asuntos más profundo como los background feelings o sentimientos de trasfondo (ver Gendlin, 1981; Hinterkopf, 1998; De Fremenville, 2004, 2006).


Desventajas.

En cuanto a sus desventajas, algunos autores han mencionado que en ocasiones su implementación puede tomar demasiado tiempo de la sesión terapéutica; que su ejecución contiene implica una “victimización” del cliente, ya que el mensaje implícito en la interacción terapeuta-cliente sería “Esto es demasiado par ti, yo te voy a ayudar a dejar todo esto afuera” o “Tu eres víctima de tu propia experiencia así que vamos a hacer algo para apartar eso que te abruma” (Weiser Cornell, 1995).

Otra posible desventaja de Despejar un Espacio en algunas circunstancias es que puede hacer que las personas pierdan contacto con su experiencia al invitarlas a realizar una tarea que les puede resultar demasiado compleja. En este sentido se entendería que el solicitar “un listado de preocupaciones” y conducir al paciente con una “imaginería guiada” se puede convertir en una actividad distractiva para algunas personas.

Ya que es una tarea muy compleja, puede ser contraproducente en los primeros estadios de la terapia, puede producir quiebres en la alianza terapéutica. (Watson & Greenberg, 2000).

Además su proceso y sus efectos son difíciles de chequear en contextos grupales donde la interacción terapeuta-cliente no es tan personalizada; en este tipo de situación muchas personas se muestran incapaces de seguir las instrucciones, especialmente las de la imaginería guiada, y se sienten además temerosas de interrumpir la silenciosa actividad terapéutica para comunicar sus dificultades al facilitador (Robles, 2007).


VARIACIONES DE LA TÉCNICA Y PROCEDIMIENTOS ALTERNATIOS.

Las Técnicas de Relación Interna de Ann Weiser Cornell.

Ann Weiser Cornell (1991a, 1991b, 1995, 1996, 2001) ha sido crítica acerca de la dispensabilidad de Despejar un Espacio, proponiendo un enfoque de enseñanza del Focusing que sólo consta de cinco movimientos que no considera el paso en cuestión (1991b), y en el cual éste sólo aparece como un paso opcional como muchos otros movimientos de Focusing. También ha presentado serios reparos a la técnica considerando que en conjunto o que algunos de sus pasos tienen un efecto negativo sobre algunas personas, particularmente para aquellas que se encuentran en un proceso con “demasiada distancia” (1991a, 1995, 1996).

Ella aclara su postura:

“Mi objeción no es hacia Despejar un Espacio en sí… Si reconocemos que hay algunas personas que serán beneficiadas por despejar un espacio, y otras que no, entonces esto significa que deberíamos modificar nuestra guía y nuestra enseñanza… No deberíamos seguir diciendo que despejar un espacio es el primer paso del Focusing. Deberíamos decir en cambio, que despejar un espacio es el paso opcional del Focusing” (Weiser Cornell, 2001).


Por lo motivos anteriores, la autora ha propuesto las “Técnicas de Relación Interna” como una alternativa a Despejar un Espacio (Weiser Cornell, 1995). Las “Técnicas de Relación Interna” implican el uso de pequeños actos de interacción y atención hacia la sensación sentida; fundamentados en un enfoque en que se considera que ésta es un “algo” potencialmente vivo, con necesidades y deseos propios, y que tiende a responder muy positivamente cuando se le atiende de esta forma. Dentro de estos pequeños actos de atención e interacción hacia la sensación sentida encontramos:

Reconocimiento: Consiste en el sencillo acto de admitir conscientemente que el sentimiento está allí en nuestro interior, y de quizás hasta saludar o anunciarle nuestra llegada y compañía a tal sentimiento. Esto puede hacer con sencillas frases dichas en silencio hacia nuestro interior: “Sí, hay dolor aquí”, “Ya estoy aquí, junto a esto que duele”, “Si, siento miedo con este problema, es miedo…”, etc.

Despejar un Espacio con Reconocimiento: Se refiere a la realización habitual de la identificación y enlistado de preocupaciones, pero realizando el acto de “reconocimiento” para cada asunto y referente directo que surja.

Resonar: Consiste en chequear si una palabra, imagen, o una frase encaja o describe adecuadamente a la sensación sentida, relacionándose con la sensación desde una perspectiva de observador no enjuiciante.

Desidentificación: Este paso se implementa para generar una distinción entre el Yo que posee, se relaciona y atiende un sentimiento, y el sentimiento mismo que es visto como “una parte” de la experiencia del Yo. Esta distinción se realiza con frases como “Una parte de ti está dolida”, o “Algo en ti necesita descansar” o “Hay vergüenza en ese lugar dentro de ti”. La finalidad de esta micro-técnica es ayudar al cliente a moverse, por ejemplo, desde “Yo estoy triste” hacia “Una parte de mi está triste”.

Sintiendo desde el punto de vista de la sensación sentida: La idea de este movimiento es desplegar la capacidad de empatía y compasión del cliente hacia los aspectos de su propia experiencia, sacándolo de la relación de victimización que pudiera haber tomado respecto de ella. Se puede utilizar, por ejemplo, para chequear en la experiencia misma por qué cierto sentimiento aparece como extraño, abrumador o irracional, por ejemplo, un miedo intenso a salir de casa.

Suponer que la sensación sentida tiene una buena razón para ser abrumadora: Esto consiste en sugerir al cliente que, al menos por un momento, suponga que el sentimiento extraño, abrumador o irracional, tiene alguna buena razón para manifestarse de ese modo. Con esto el cliente puede develar (continuando con el ejemplo anterior) que el miedo intenso a salir de casa se relaciona con un modo de evitar el contacto con las personas, ya que previamente le habían hecho daño.

Incluir al focalizador en las respuestas de escucha: Tiene un objetivo similar a la Desidentificación, también busca distinguir el Yo que posee la experiencia de la experiencia misma, pero reflejando que es la persona la que está teniendo la experiencia, por ejemplo, “(Tu) Estás notando que hay miedo en ese sentimiento”, o “(Tu) Estás sintiendo que la sensación es densa y pesada”, etc.


Ahora bien, es necesario distinguir varios aspectos acerca de las “Técnicas de Relación Interna” como procedimientos alternativos a Despejar un Espacio. Por una parte, no constituyen una técnica con pasos claramente diferenciados como es el caso de Despejar un Espacio y tampoco tienen necesariamente el carácter de “técnica de entrada al Fousing" como lo tiene éste; de hecho las técnicas de Weiser Cornell no siempre es tan sencillo aplicarlas en los primeros estadios de la terapia, porque para las personas muchas veces es difícil “ponerse en el lugar de la sensación sentida”, por ejemplo. Por otra parte, hay que señalar que “resonar”, “reconocer” o incluso la “desidentificación”, se pueden utilizar en conjunto con la aplicación estándar de Despejar un Espacio. De hecho, “reconocer” y “resonar” ni siquiera son técnicas nuevas, sino que siempre han sido parte crucial de Despejar un Espacio (ver Gendlin, 1981, 1982).

La ventaja de las técnicas de relación interna por sobre Despejar un Espacio, es que al proponer de manera explícita una relación con la sensación sentida, desactiva los niveles de experiencia que funcionan como condicionantes de la experiencia auténtica, y esto en consecuencia pone el proceso en marcha y provoca el efecto deseado de “espacio despejado”.


La Imaginería guiada de Campbell Purton.

Por su parte, Campbell Purton (2002) presenta una modificación a la imaginería guiada del Despejar un Espacio tradicional. Esta modificación proviene de su reflexión acerca de qué es específicamente aquello que ocurre con el movimiento de Despejar un Espacio y que habitualmente se describe con metáforas como “crear distancia”, “poner aparte”, “poner abajo”, o “desidentificación”. Según el autor, lo que ocurre tras Despejar un Espacio, en términos de experiencia subjetiva es que:

“Imaginativamente nos miramos a nosotros mismos en nuestra situación como si nos estuviésemos viendo en ella desde el punto de vista de otra persona… Lo que estamos haciendo cuando ‘ponemos algo a distancia’ es imaginativamente apartarnos de nosotros mismos, y vernos a nosotros mismos como pensando desde afuera, desde el tipo de distancia en que un buen amigo podría vernos.” (Purton, 2002).


A partir de esa conclusión, Purton propone sustituir la imaginería del “poner a distancia”, por una imaginería guiada en que se invite a la persona a construir imaginativamente una escena o contexto en que la situación o problema está ocurriendo “para ver qué es lo que está ocurriendo allí”, de tal manera que se logre un punto de vista distinto (más flexible o adaptativo) sobre el asunto en cuestión; el punto de vista que tendría un observador externo.
[1] Esta imaginería tendría que realizarse para cada nuevo problema que sea identificado. Por lo tanto, la variación podría ser de todas maneras igual de compleja, ya que, por una parte, puede tomar un tiempo considerable hacer que la persona imagine un escenario para cada asunto o problema, y por otra, porque utiliza imaginería guiada puede ser difícil o imposible para algunas personas en ciertos contextos interaccionales, debido a su carácter demasiado directivo.


Despejar un Espacio con Arte-Terapia de Laury Rappaport.

Laury Rappaport (1988, 2006) al combinar el Focusing con la arte-terapia, propone al menos tres formas de obtener un Despeje de Espacio realizando dibujos.

En la primera forma se propone la realización de un dibujo libre, invitando al cliente a graficar cualquier cosa que se le ocurra en el momento (formas, colores, imágenes abstractas o realistas, etc.). Ella reflexiona que la realización del dibujo ayuda al cliente a situarse en el aquí y el ahora, descargando la tensión que se está llevando en el presente, y así contribuyendo a entrar en un estado más despejado de existencia.

La segunda forma consiste en dibujar la sensación interior. Para esto se le invita a prestar a su cuerpo interiormente sentido y preguntarse “¿Cómo me siento ahora mismo?”, y luego encontrar una imagen que coincida con la sensación encontrada, y se diferencia de la forma anterior en la verificación consciente que la persona hace de su sentir.

La tercera forma incluye la realización de una imaginería guiada por el terapeuta, en que se propone la visualización de un escenario apacible y relajante que luego se dibuja.

¿De qué manera Despejar un Espacio puede llegar a concretar al combinarlo con la realización de un dibujo? En mi opinión, por el despliegue de un proceso atencional sostenido sobre un objeto-de-atención, ya sea externo (el dibujo mismo), interno (la visualización de la imaginería guiada), o de las dos clases, interno y externo (cuando se dibuja la sensación interior). Sería el proceso atencional, lo que contribuiría esencialmente, en este caso, a lograr la experiencia de espacio interior despejado.


CONCLUSIÓN.

En el texto se ha examinado en detalle la estructura y la técnica de Despejar un Espacio, señalando sus ventajas y desventajas, y reflexionando más profundamente acerca de su proceso experiencial subyacente cuando opera adecuadamente y cuando no. También se ha chequeado los procedimientos que hasta ahora se han planteado como variaciones o alternativas a su aplicación habitual. Con todo este análisis se ha pretendido principalmente contribuir a una mayor comprensión acerca de Despejar un Espacio para potenciar su resultado cuando se le aplica.


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§ Weiser Cornell, A. (2001a). “El Poder de Escuchar”. Trabajo presentado en la Conferencia Internacional de Focusing. Shannon, Irlanda, en www.focusingresources.com
§ Weiser Cornell, A. (2001b). “The Radical Acceptance of Everything”. The Focusing Connection. Traducido al español por L. Robles (2006) “La Aceptación Radical de Todo”. Ambas versiones disponibles en www.focusingresources.com
§ Weiser Cornell, A. (1996). “Five Reasons Why Focusing Is Not Better Known (Yet)” The Focusing Connection.
www.focusingresources.com
§ Weiser, Cornell, A. (2005). “Radical Gentlesness: The transformation of the inner critic”. En “The Radical Acceptance of Everything: Living a Focusing Life”. Calluna Press. Versión PDF en www.focusingresources.com

[1] Sin lugar a dudas, este procedimiento guarda ciertas similitudes con la técnica de la “moviola” propuesta en la terapia procesal sistémica post-racionalista de Vittorio Guidano (1987).
LUIS ROBLES CAMPOS
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