LA FILOSOFÍA DE LO IMPLÍCITO
Una Introducción al Trabajo de Eugene Gendlin
Rob Parker, PhD.
“The Philosophy of the Implicit: An introduction to the work of Gene Gendlin”, en Life Forward: Exploring the Philosophy of the Implicit, Rob Parker's online blog. Marzo 2007.
http://life-forward.spaces.live.com/
Traducción: Luis Robles Campos. (*)
Los inicios.
La Filosofía de lo Implícito es una nueva manera de pensar que reúne ciencia y espiritualidad, llevando adelante a cada una ellas en nuevas y excitantes maneras. Aunque los conceptos centrales son muy simples, ellos son difíciles de explicar, porque las viejas formas de pensar están implícitas en las palabras que usamos para describir el nuevo pensamiento. Quizás la mejor manera de describir esta filosofía es referir sus comienzos, con la experiencia de un muchacho de 12 años que recién había ingresado en primer grado.
El muchacho era Eugene Gendlin. Su familia recién se había tenido que desplazar desde Austria a América del Norte, y el joven muchacho necesitaba aprender inglés rápidamente. Aunque su nueva escuela no tenía clases en inglés como un segundo idioma, ellos tenían una maestra de primer grado que se suponía era muy buena, y quién podría tener también tiempo extra para enseñarle a Gene el idioma de su nuevo país. Así, a la edad de 12 años, él entró en una clase para niños de seis años y empezó a aprender inglés.
Un día, la maestra notó que Gene estaba experienciando el mundo en alemán, y luego traduciéndolo en inglés. Por ejemplo, él vería una "stuhl" y entonces diría “chair” (silla). Ella le enseñó una lección simple: que él no necesitaba traducir, que lo que él estaba mirando podía ser una silla desde el principio. Y cuando él intentó pensar en inglés, se dio cuenta que siempre había sabido lo que la cosa era, independiente de las palabras. En el lugar de "das stuhl” había un "sentir" familiar que él había ignorado hasta entonces. Él siempre había sabido lo que era y cómo usarlo, en una forma que no dependía de las palabras.
Cuando Gendlin creció, atendió este saber implícito más a menudo, y empezó a pensar más articuladamente acerca de él. Así, un maestra de primer grado llevó a un muchacho 12 años hacia una larga vida de estudio de la relación entre el lenguaje, la experiencia y el significando.
Lo Implícito.
La historia de cómo un joven muchacho aprendió inglés ilustra algo muy básico acerca de la relación entre el lenguaje y la experiencia. El lenguaje no es un sistema autónomo de símbolos. El lenguaje funciona en un contexto más grande de interacción viviente con el mundo. Ya que nosotros somos esta interacción, la "conocemos" de una manera muy básica; nosotros "sabemos" lo que estamos haciendo y cómo están marchando las cosas, sin usar palabras necesariamente. Este "conocimiento" pre-verbal está implícito en todo lo que hacemos. Normalmente no lo notamos, porque estamos ocupados haciendo otras cosas; pero si lo atendemos, este “conocimiento” pre-verbal puede constituirse como un tipo de sentir sobre lo que nosotros estamos haciendo.
Por ejemplo, nosotros hacemos rutinariamente cosas como conducir automóvil, sin pensar acerca de cómo hacerlas. Al principio, podría parecer que no pensamos sobre tales cosas porque son muy simples, pero de hecho lo correcto es lo contrario. No pensamos sobre ellas porque son demasiado intrincadas para ser descritas en palabras. Imagine, por ejemplo, intentando enseñar a alguien cómo manejar un automóvil, a través del teléfono. La persona nunca ha estado en un automóvil antes, pero tiene un teléfono celular, y es muy buena reportando lo que ve y siguiendo sus instrucciones; y usted le va explicando cuándo y cómo cambiar las marchas en una atestada carretera interestatal.
Incluso habilidades simples como manejar son lejos demasiado complejas e intrincadas para las palabras. Pero aún sabemos cómo hacer estas cosas, y si las miramos, podemos experienciar este conocimiento como un tipo de “sentir” hacia lo que estamos haciendo. Este sentir encarna una gran cantidad de información, pero no es conceptual; nosotros no recordamos cómo caminar o manejar, simplemente lo hacemos. Es casi como si nuestros cuerpos supieran cómo hacer estas cosas, y nosotros no.
El ejemplo de conducir no es el único; la mayoría de lo que hacemos es como conducir. Cuando hablamos, de alguna manera "sabemos" qué decir luego. Nuestras palabras salen con la gramática, la sintaxis, y el significado precisos; y si una palabra no es lo bastante correcta, lo "sentimos" inmediatamente y nos corregimos. Nos relacionamos diferenciadamente con amigos diferentes; cada relación tiene su propia rica complejidad, la cual nunca podría describirse en palabras, y aún "sabemos" qué hacer o decir, normalmente sin pensarlo siquiera. En nuestros trabajos o profesiones, tenemos una “sentir” acerca de cómo resolver ciertos tipos de problemas. El vivir depende de, y es, este contexto más grande de "conocimiento" implícito.
¿Cómo es posible hacer tantas cosas complejas sin pensar? Es posible porque estamos vivos. Vivir es un proceso de interacción continuada con el ambiente, y este proceso es más básico y más intrincado que el proceso de pensar. Una planta interactúa con su ambiente de maneras que los humanos sólo están empezando a entender; y la planta ya hace esto fácilmente sin los conceptos, o un cerebro, o incluso un sistema nervioso. Los humanos somos más complejos que las plantas, y nosotros también interactuamos con nuestro ambiente de maneras que son más intrincadas que los conceptos. Respiramos, digerimos comida, caminamos, hablamos, conducimos, tenemos relaciones, y así sucesivamente, sin reglas explícitas; y no necesitamos reglas explícitas más que las plantas. La mayor parte de nuestro vivir es más intrincado que los conceptos y ocurre bastante bien sin ellos.
Las computadoras son una buena ilustración de esto. Ya que las computadoras sólo pueden seguir reglas explícitas, ellas pueden enseñarnos mucho sobre el poder y las limitaciones de conocimiento explícito. Por ejemplo, hace varios años había gran interés en los sistemas expertos. La idea era dirigir extensas entrevistas con expertos en varios campos, y destilar el conocimiento de los expertos en programas de computadora. Pero después de años de intentar, se hizo claro que mucho de lo que los expertos saben no puede expresarse en reglas. Como resultado de eso, oímos hablar muy poco ya acerca de los sistemas expertos. (el cf. Dreyfus, 1992,; Dreyfus, H.L., & Dreyfus, S. E., 1986).
Por lo tanto, nosotros "sabemos" más sobre la realidad de lo que podemos decir con los conceptos, porque nuestro vivir en el mundo es mucho más intrincado que los conceptos.
El relativismo.
Cuando Gendlin creció, empezó a estudiar filosofía y aprendió que serios errores pueden resultar cuando intentamos pensar sin reconocer lo implícito. Por ejemplo, en ese momento (y todavía hoy) muchas personas se preocupaban por el relativismo. El problema básico es que todas las "verdades" son desarrollos de una cultura y una historia particular; así, aunque yo podría querer creer que mi religión, mi ética, o mi ciencia particular es universalmente ciertas, no es difícil encontrar personas que tienen creencias diferentes que ellos piensan que son universalmente verdaderas. Incluso en la ciencia, no pueden evaluarse nuevas maneras de pensar sobre el criterio puramente objetivo (Kuhn, 1970). Así parece que todas las creencias están influenciadas por la cultura y la historia, y la "verdad" siempre es relativa a un contexto social particular.
Gendlin piensa que el relativismo es correcto hasta donde funciona, pero no funciona lo suficientemente bien. Ciertamente, nuestras creencias están influenciadas por el contexto dónde crecemos; pero muchas de nuestras creencias funcionan razonablemente bien de todos modos. Aún somos capaces de hacer aviones para que podamos volar a conferencias para hablar sobre el relativismo.
El problema con el argumento del relativismo es que nosotros sabemos más que los conceptos explícitos. No podemos conceptualizar la realidad perfectamente o completamente, pero estamos viviendo en ella y nuestro vivir también es un tipo de conocimiento. Por supuesto, cualquier cosa que pueda decirse explícitamente debe ser un desarrollo del lenguaje, la cultura, y la historia, y podría decirse diferentemente en un contexto diferente. Pero el lenguaje, la cultura, la historia, y los conceptos son todos desarrollos de la complejidad de vivir, y no al revés.
Por ejemplo, nuestros conceptos sobre por qué las cosas caen ha cambiado significativamente durante los últimos siglos: en 1400 las cosas se caían porque los elementos tierra y agua "tendían" a bajar; en 1700, se caían debido a la gravedad; en los 1900s, se caían debido a la curvatura del espacio-tiempo, y después debido a los gravitones. Pero mientras las “verdades” explícitas cambian debido a la cultura y la historia, las cosas continúan cayéndose.
Este ejemplo apunta a algo que es muy básico, y difícil de decir en palabras. Los conceptos como la gravedad son de hecho desarrollos de la cultura y la historia, pero eso también significa que son desarrollos de nuestro vivir en el mundo. El proceso de vivir es una interacción continuada, un "conocimiento" intrincado del mundo que está validado por el hecho que nosotros seguimos viviendo. Si no hubiera ningún orden, si todo fuera caos, nos moriríamos. El hecho de que los conceptos siempre cambian, pero que nosotros seguimos viviendo, demuestra un orden implícito que es más que nuestros conceptos. Gendlin llamarían a este orden la Complejidad Implícita, o El Orden Respondiente (Gendlin, 1997).
Aunque es básico en el vivir, el conocimiento implícito a menudo se pasa por alto precisamente porque es implícito. Si no somos conscientes de él, y no podemos decirlo en palabras, entonces no parece conocimiento real. Gendlin exploraría este problema detalladamente, pero él ya sabía que el conocimiento implícito no tiene que estar fuera de la conciencia. Él sabía que si nosotros lo atendemos, este conocimiento aparece como un tipo de sentir para diferentes situaciones, personas, o cosas. Y ya que es mucho más rico que los conceptos explícitos, este “sentir” puede ser sumamente útil en muchas situaciones. Por ejemplo, Einstein escribió que mientras trabajaba en su teoría general de la relatividad después de 15 años, él fue guiado por un “sentimiento” sobre la que sería la eventual solución.
Estas consideraciones llevaron a un descubrimiento mayor, y una digresión improbable en la carrera de Gendlin.
Psicoterapia.
Gendlin entró en el programa de graduación en filosofía en la Universidad de Chicago porque él quería aprender a pensar más claramente acerca de la Complejidad Implícita; pero cuando intentó hablar sobre eso, nadie parecía entenderlo. Él comprendió que el problema era que ellos estaban totalmente absortos en los conceptos explícitos. Cuando todo es, o bien, una "stuhl", o una “chair”, por así decirlo, no atendemos lo Implícito.
Gendlin pensó que las personas que se estaban cuestionando su entendiendo básico del mundo, también podrían ser más consciente de lo Implícito. ¿Pero dónde podría encontrar a las tales personas? Él supuso que las personas que se estaban cuestionando a un nivel profundo estaban en distrés emocional, y podrían estar en terapia. En ese momento, Carl Rogers estaba a cargo del Centro de Consejería en la Universidad de Chicago. Así, un día, el creador de Terapia Centrada-en-el-cliente recibió una visita de un estudiante de filosofía. Este estudiante no tenía conocimientos previos en psicología, pero quiso meterse en la clínica de Rogers y ser entrenado como psicoterapeuta. Rogers estuvo de acuerdo.
Era el principio de una larga y fructífera colaboración. Trabajando con otros colaboradores en el equipo de Rogers, Gendlin mostró que algunos clientes de psicoterapia de hecho se refieren a algo más allá de las palabras, y que esta referencia podría medirse fiablemente (Gendlin, E. T., Beebe, J., Cassens, J., Klein, M., & Oberlander, M., 1968). Cuando los clientes se referían a este "algo", ellos lo experimentaron como un sentimiento o conocimiento corporal que Gendlin llamó una sensación sentida. Esta sensación sentida no era un sentimiento como enojo o tristeza, sino el “conocimiento” intrincado y preconceptual que todos nosotros tenemos acerca de situaciones diferentes. No es sorpresa que este conocimiento resultara ser sumamente útil en la psicoterapia: ¡Gendlin encontró que el grado en que las personas se referían a su sensación sentida en las primeras dos sesiones de terapia se correlacionaba con el éxito final de la terapia uno o dos años después! (Este hallazgo notable se ha reproducido 27 veces desde entonces; Hendricks, 2002).
Pero este último hallazgo planteó una pregunta perturbadora: ¿si usted pudiera decir después de dos sesiones que alguien no se beneficiaría de la terapia, sería ético permitirles continuar? Gendlin contestó la pregunta con la investigación posterior. Junto con sus colaboradores, encontró que los clientes podían aprender a darse cuenta de su sensación sentida, y desarrolló un procedimiento para enseñarlo. El procedimiento de Gendlin, al cual llamó Focusing, ha resultado ser sumamente útil. Numerosos estudios han mostrado que el hacerse conciente de la sensación sentida mejora el resultado de la terapia, y este hallazgo se repite para muchas formas de terapia y para una variedad de culturas (Hendricks, 2002). El Focusing también es útil fuera de la terapia; hoy en día es practicado en 29 países alrededor del mundo por miles de personas que no están en terapia, pero quienes lo encuentran útil en áreas que van desde los deportes, la escritura creativa, a los negocios. El libro de Gendlin “Focusing” ha vendido más de 400,000 copias y ha sido impreso en doce idiomas.
En reconocimiento a este trabajo, Gendlin, el filósofo, fue la primera persona en recibir el premio al Psicólogo Destacado del Año de la Asociación Psicológica Americana. Él también fundó y editó una revista psicológica importante, y recibió otros premios de la Asociación Psicológica Americana.
Pero a pesar de este reconocimiento, el trabajo de Gendlin fue ampliamente malentendido. En particular, el Focusing a menudo se malentiende como una forma de "ponerte en contacto con tus sentimientos". La razón para esta equivocación es interesante. Tiene que ver con la relación entre los conceptos explícitos y el saber implícito; y en particular, con una manera implícita de pensar que influye en muchos de nuestros conceptos explícitos.
El Modelo de Unidades.
Durante los últimos cien años, nuestra comprensión del mundo ha sido influenciada fuertemente por una manera matemática de pensar que Gendlin llama el modelo de unidades. Las matemáticas son una manera muy útil y poderosa de pensar, y funcionan porque los números tienen ciertas propiedades. Durante muchos años, y particularmente desde la revolución científica, el éxito del pensamiento matemático nos ha llevado atribuir las propiedades matemáticas al mundo. Al principio, esto se hizo heurísticamente, con una actitud "como si" (por Descartes, por ejemplo). Pero después de cientos de años, esta manera de pensar ha sido tan exitosa que hoy ha adquirido el estado de sentido común.
Gendlin describe al modelo de unidades con poco detalle; pero simplemente declara, involucra dos asunciones relacionadas. Primero, el modelo de unidades asume que el mundo está compuesto de unidades que existen separadamente. En otras palabras, las unidades tienen identidades separadas que permanecen iguales sin tener en cuenta cómo ellas se mueven y se combinan. Secundariamente, el modelo de unidades asume que las unidades son inanimadas. Las unidades no tienen sus propios deseos y no pueden hacer cualquier cosa que ellas quieran; en cambio, su conducta está determinada por causas extrínsecas, como las leyes de la naturaleza.
Juntas, estas dos asunciones nos dan una manera muy poderosa de pensar acerca del mundo; la ciencia moderna y la tecnología son el testimonio viviente del poder de este acercamiento. Y después de centenares de años, el éxito continuando de la ciencia ha llevado tanto a los científicos y como a las personas laicas a asumir que el universo realmente está compuesto de partes inanimadas separadas. El modelo de unidades se ha vuelto para nosotros una segunda naturaleza, intuitivamente obvia. Hoy, a menudo nosotros pensamos acerca del modelo de unidades, no como una hipótesis, sino más bien como realmente son las cosas.
Por esta razón, es bueno recordar que el modelo de unidades no siempre fue intuitivamente obvio. A las mentes más inteligentes de Europa les tomó muchos centenares de años para crearlo, y ellos lo consideraron inicialmente una manera heurística de pensar, no una descripción de la realidad.
También es bueno recordar que es problemático juzgar cualquier teoría basándose en su supuesta correspondencia con la realidad. En primer lugar, nosotros no tenemos nada independiente para medir la realidad. Es más, la historia de la ciencia es una historia de cambio que no nos da ninguna razón para pensar que algún concepto, teoría, o modelo puedan permanecen verdaderos para siempre. Pero aún podemos juzgar la validez del modelo de unidades de lo que nosotros podemos hacer con él, y según esa valoración es muy útil y muy válido. Pero a pesar de su utilidad, el modelo de unidades tiene serias limitaciones.
La Inaplicabilidad del Modelo de Unidades a la Vida.
En particular, el modelo de unidades ofrece una manera muy limitada de pensar sobre la vida. Por ejemplo, las cosas vivientes no están hechas de partes inanimadas separadas. Podemos medir el cuerpo humano en unidades y describir varias partes, pero ésta es sólo una manera simple de conceptualizar algo mucho más intrincado.
Por ejemplo, el sistema digestivo realmente no es una entidad separada. En primer lugar, es un proceso en el cual ninguna parte permanece igual; por ejemplo, nuevas células están constantemente creándose mientras que las viejas mueren. Más aún, las células del sistema digestivo están en constante interacción con el resto del cuerpo, de modo que podríamos decir, en términos del modelo de unidades, que el sistema digestivo involucra muchos otros sistemas; el sistema nervioso, el sistema inmunológico, el metabolismo celular, el sistema endocrino, y muchos más. Pero cada uno de esos sistemas involucra el sistema digestivo.
Lo que nosotros llamamos diferentes sistemas realmente son aspectos de un proceso viviente, un ser humano. Los diferentes sistemas son identificados por un observador, dependiendo de los intereses de ese observador; así diferentes cuadros de anatomía realmente dividen el cuerpo muy distintamente, dependiendo de qué sistema estén describiendo. Es más, un observador puede descubrir nuevos sistemas mirando el cuerpo de alguna nueva manera. Por ejemplo, nuestra sensación de bienestar psicológico tiene una cierta continuidad y ésta afecta y es afectada por otros sistemas. Así que nosotros podríamos decir que hemos descubierto un nuevo sistema, el bienestar psicológico; y podríamos estudiar cómo ese sistema afecta a otros como el digestivo, y cómo esos sistemas lo afectan a él. No hay ninguna determinación objetiva al considerar qué sistemas existen y dónde yacen sus límites, porque la determinación depende en parte de los intereses y propósitos de un observador humano. Nosotros somos el observador, y nosotros somos parte del proceso; así que el modo en que describimos el proceso (qué conceptos que usamos, qué sistemas descubrimos) cambiará según nuestras metas y propósitos.
El problema de las metas y los propósitos apunta a otra limitación del modelo de unidades cuando es aplicado a la vida. La vida es activa, siempre está en medio de un próximo paso. El próximo paso podría ser fotosíntesis, cazar para comer, construir una carrera, o encontrar el significado de la vida; pero siempre está ocurriendo. Más aún, el próximo paso no es una cosa específica sino una vía de avance. Si una vía de avance es bloqueada, la vida encuentra otra vía, o se muere. Lo que cuenta como una vía de avance y lo que no, surge de la interacción continua del organismo con la Complejidad Implícita; y es por consiguiente más intrincado que los conceptos, y no puede formularse explícitamente o especificarse de antemano. Es implícito.
El vivir es una implicación continua. Por ejemplo, si usted prueba caminar de una manera natural, cada “parte” del proceso implica la próxima “parte”, de modo que si usted intenta congelar cualquier punto (del caminar), se arriesga a caer. Un observador podría pensar en el caminar como una serie de “partes” separadas; pero tales “partes” tendrían poco en común con las partes del modelo de unidades. En el modelo de unidades, las partes existen separadamente y están relacionadas por causas externas; pero en el vivir (caminar, por ejemplo), las partes sólo existen en conjunto, y su relación u organización está formada internamente por la implicancia de cada otra y del próximo paso en el proceso.
Para resumir, las cosas vivientes tienen importantes cualidades que no pueden describirse en términos del modelo de unidades. Esto no hace al modelo de unidades inválido, sólo significa que el modelo de unidades es una manera de pensar y que no es real en un sentido último. En términos de Gendlin, la Complejidad Implícita es siempre más que los conceptos; por eso es que la ciencia siempre está cambiando. Así que el problema no está en el modelo de unidades; el problema está en la asunción engañosa que si algo puede medirse en unidades, está realmente hecho de unidades.
Una Paradoja y sus Consecuencias.
Zenón ilustró esta falacia hace 2500 años con su paradoja dicotómica: Para que una flecha alcance su blanco, primero debe atravesar la mitad de la distancia entre el arquero y el blanco, luego la mitad de la distancia restante, enseguida la mitad de esa distancia, y así sucesivamente hasta el infinito. No importa cuán pequeña se torne la mitad de las distancias, a la flecha le tomará una cierta cantidad de tiempo cruzar cada una; pero ya que el número de las mitades de distancias son infinitas, la flecha necesitará una cantidad infinita de tiempo para cruzar todas ellas. Por consiguiente, la flecha nunca podrá alcanzar su blanco.
Por supuesto, el argumento de Zenón nunca convenció a nadie de que las flechas no alcanzan sus blancos. Porque sabemos que las flechas sí lo hacen, sabemos que algo debe estar mal en el argumento; y vemos rápidamente que el problema es un malentendido del modelo de unidades. Aunque pensemos que podemos medir el recorrido de la flecha en unidades, realmente no está hecho de unidades. Las unidades son una manera útil de pensar, pero no son reales. Así, la distancia entre el arquero y el blanco permanece entera e inalterada, no importa cuántas veces la dividamos, y la flecha alcanza su blanco sin afectarse por nuestras medidas.
Es fácil ver la asunción errónea en la paradoja dicotómica de Zenón; pero considere lo que pasa cuando la misma asunción errónea se presenta de una manera diferente. Primero, en lugar de aplicar al modelo de unidades a un tramo de distancia, aplíquelo a las personas: Asuma que los seres humanos son una colección de partes inanimadas sujetas a las leyes deterministas de la ciencia. Por definición, tales partes inanimadas no tienen conciencia o voluntad. Por consiguiente, nosotros somos imposibles.
Si sospechamos del modelo de unidades cuando "demuestra" que las flechas no alcanzan sus blancos, debemos ser más aun suspicaces cuando "demuestra" que nosotros somos imposibles. Pero en cambio, nosotros nos hemos esforzado por cientos de años con una serie de paradojas relacionadas con nombres como “libre albedrío vs. determinismo” y "el problema mente/cuerpo”. En lugar de cuestionar el modelo de unidades, intentamos resolver estas versiones modernas de la Paradoja de Zenón aplicándolas siempre más cuidadosamente; intentando crear explicaciones "científicas" de la conciencia, por ejemplo. Pero el modelo de unidades es fundamentalmente incapaz para tratar esos asuntos; los esfuerzos por encontrar "el fantasma en la máquina" siempre deben fallar, porque las máquinas, por su naturaleza, excluyen los fantasmas.
Desgraciadamente, nuestra aplicación sin críticas del modelo de unidades a nosotros mismos también tiene consecuencias más serias. El modelo de unidades nos anima a pensar en nosotros mismos como objetos; por ejemplo, pensar en el cuerpo como "una máquina maravillosa”, o en el cerebro como una computadora. Cuando pensamos en nosotros como máquinas, y viviendo como algún (todavía inexplicado) proceso mecánico, entonces el valor humano y el significando parecen como ilusiones, o peor aún, como variables para ser medidas y manipuladas. Cuando los valores se corroen, nos volvemos progresivamente cínicos y materialistas. Desarrollamos técnicas científicas para estudiar y manipular a los empleados, los consumidores, y los electores políticos. Sin nada superior a que aspirar, buscamos significado e identidad en lo que tenemos. La cohesión social se rompe y nos volvemos consumidores pasivos, desconectados de los demás, así como el modelo de unidades describe.
Es difícil evadirse de este proceso si asumimos que el modelo de unidades es una descripción de la realidad, en lugar de simplemente una manera útil de pensar. Si asumimos que todo es hecho de partes inanimadas separadas, debemos asumir que "todo" nos incluye. Y en la medida que estamos seguros de nuestros conceptos, tendemos a pasar por alto esos aspectos del experienciar que nuestros conceptos omiten. El modelo de unidades nos dice quién somos, y para nuestro perjuicio, lo creemos. En las palabras de Allan Bloom (1987), “el progreso culmina en el reconocimiento de que la vida es carente de sentido."
Una Nueva Forma de Pensar.
La clave a este problema queda en la lección que Gendlin aprendió de su maestro de primer grado. Hay un experienciar intrincado, no sólo detrás de palabras como “silla” o "stuhl", sino que también detrás de los conceptos y de los sistemas conceptuales. Los modelos son sólo modelos; ellos no son la realidad, incluso cuando funcionan extremadamente bien. Los buenos modelos hacen que todo parezca muy preciso, pero siempre hay más en el experienciar que permanece implícito.
Es fácil aceptar los conceptos como más reales que el experienciar; la historia de la ciencia está llena con ejemplos de personas inteligentes y dedicadas que ignoraron el fenómeno que no encajaba en sus su preconcepciones. No podemos permitirnos el lujo de hacer esto con el modelo de unidades mucho tiempo más, ya que lo que el modelo de unidades deja fuera es demasiado importante.
Necesitamos una nueva manera de pensar. Necesitamos pensar sobre la total complejidad de la vida, incluidos nosotros mismos, de maneras que no sean reduccionistas. Pero esto no es fácil. Ya que la complejidad del vivir es superior que los conceptos, cualquier modelo conceptual omitiría algún aspecto de la complejidad de la vida. Por esta razón, necesitamos más que sólo un nuevo set de conceptos, necesitamos una nueva manera de pensar, una manera que de algún modo incluya lo que los conceptos omiten. En otras palabras, necesitamos pensar de un modo que incluya lo Implícito. Eso, por sí solo, sería suficiente; es difícil pensar siquiera sobre la implicación como una entidad. Pero mientras pensamos con lo Implícito, también necesitamos mantener la precisión del modelo de unidades, porque los conceptos vagos no proveen entendimiento.
Había razones buenas para pensar que esto era imposible. En un nivel, siempre se ha supuesto que lo que no encaja en nuestros conceptos necesariamente es demasiado vago o caótico para el análisis conceptual. Por ejemplo, usamos palabras como "emoción", "intuición", o "inspiración" para describir la escritura de un poema o el estar enamorado. Nadie ha podido conceptualizar tales experiencias sin ser reduccionista, y ya que ellas no pueden ser conceptualizadas, son consideradas fuera de los límites del cuestionamiento sistemático. Pero este es sólo un aspecto de un problema aún más profundo. Cuando vimos, es la naturaleza de las cosas vivientes que ellas impliquen un próximo paso; así que si vamos a pensar sobre el vivir, vamos a tener que pensar sobre la implicación. Pero a diferencia del amor y la poesía, la implicación ni siquiera es una cosa a la que podamos señalar; es un tipo de movimiento hacia algo no especificado. Porque lo implicado es implícito, pareciera estar fuera de los límites del pensamiento claro y explícito.
Para abreviar, siempre se había asumido que la delimitación precisa y las entidades definidas son la base para el pensamiento preciso. Esta asunción ha sido muy costosa, porque ha significado que los aspectos más importantes de la existencia humana (valores, propósitos de vida, amor, espiritualidad, incluso la vida misma) sean demasiado vagos y "subjetivos" para el pensamiento preciso. Pero la asunción resultó estar equivocada.
Como filósofo, Gendlin entendió tipos de conceptos del mismo modo en que los arquitectos entienden tipos de edificios. Sabiendo las fortalezas y las limitaciones de tipos diferentes de conceptos, Gendlin diseñó una nueva manera de pensar, nuevos conceptos, y nuevo modelo.
La Filosofía de lo Implícito.
Gendlin describe esta nueva forma de pensar en su libro “El Experiencing y la Creación de Significado”[1] (1962). Entre otras cosas, él muestra que los conceptos tienen una estructura que se deriva de lo implícito, y que hay un orden en lugar de una relación lógica entre los conceptos y lo Implícito. Esto hace posible desarrollar un método para que los conceptos interactúen con lo Implícito, de modo que los conceptos puedan retener e incluso aumentar su precisión, mientras cambian en una manera sistemática para incluir aspectos de la Complejidad que se había dejado afuera.
Luego, en “Un Modelo Procesal”[2], Gendlin (1997) mostró cómo este nuevo método puede usarse, creando una alternativa al modelo de unidades. “Un Modelo Procesal” desarrolla un juego coherente de conceptos que se derivan de la experiencia del vivir, en lugar de las matemáticas. Radicalmente diferente del modelo de unidades, el Modelo Procesal desarrolla conceptos para pensar sobre la vida; los nuevos conceptos son muy precisos y ampliamente aplicables, ofrecen visiones útiles e investigables dentro de numerosos problemas como la evolución de vida, la naturaleza de lenguaje, la incompatibilidad de la teoría de la relatividad y la física cuántica, y la naturaleza de la experiencia espiritual.
Como cualquier modelo seminal, “Un Modelo Procesal” invita a un nuevo tipo de experiencia. En las palabras de un lector, "no es exageración decir que mi sentido de quién y qué soy, y lo que el universo es, ha cambiado radicalmente de una manera hermosa y excitante". Pero Gendlin cree que su contribución más importante no son los conceptos mismos, sino cómo ellos fueron obtenidos. Él aconseja repetidamente a sus lectores que no acepten “Un Modelo Procesal” como la verdad. Él entiende este libro como una demostración de su nuevo método de pensar, y él predice que mejores modelos se desarrollarán en el futuro.
Ya que el método de Gendlin y los conceptos resultantes realmente son nuevos, los lectores occidentales los encuentran difíciles entender (aunque es interesante que Gendlin tiene muchos seguidores en Japón dónde su método y sus conceptos parecen estar más conectados con la cultura y la filosofía tradicional). Gendlin nos pide que hagamos un cambio comparable al cambio del mundo medieval al mundo científico (c.f. Kuhn, 1970). Pero aunque es una tarea difícil, hacer el cambio es enormemente beneficioso porque nos permite pensar de maneras nuevas y productivas acerca de la ciencia, la espiritualidad, y la vida.
Más importantemente, nos permite usar los conceptos de una nueva manera. Ya no tenemos que pensar con sólo un modelo, y quedar atrapados por sus limitaciones. Ya que hay una relación ordenada entre los conceptos y lo Implícito, podemos usar los conceptos de una manera precisa y sistemática que incluye lo Implícito. Al incluir lo Implícito, podemos usar modelos diferentes, tomando lo que es útil en cada uno, sin estar impedidos por sus limitaciones. Como lo que Gendlin aprendió a los 12 años, no todo tiene que ser simplemente una "stuhl" o sólo una “silla”. No tenemos ya que traducir.
La Nueva Filosofía en la Práctica.
Gendlin ha publicado más de 240 artículos profesionales y libros. Su filosofía no puede describirse fácilmente, pero algunas de sus aplicaciones sí.
1. Focusing: Es un procedimiento que se puede enseñar, y que cualquiera puede usar para acceder al conocer implícito profundo que surge al haber vivido un problema o situación. Originalmente pensado para ayudar a los clientes a tener éxito en psicoterapia, ahora es usado alrededor del mundo por miles de personas que no son terapeutas.
2. Espiritualidad: La filosofía de Gendlin es profundamente espiritual, pero contiene muy poco lenguaje espiritual o religioso. La razón es simple: Gendlin quiere que sus lectores exploren más allá sus conceptos usuales, sean ellos conceptos de creencias religiosas o de ateísmo. Él quiere evocar en sus lectores las bases reales para la experiencia espiritual, lo implícito.
El Focusing, en particular, ha ayudado a muchas personas a descubrir o profundizar la dimensión espiritual de sus vidas. Por su naturaleza, el Focusing invita a las personas a vivir su espiritualidad de maneras prácticas. Por ejemplo, el Focusing está usándose actualmente en Pakistán y Afganistán para ayudar a los trabajadores de asistencia y a los sobrevivientes del trauma; los que lo practican encuentran que éste integra hermosamente con su práctica del Islam.
Pero el Focusing tiene resultados poderosos en cualquier tradición religiosa; ya que profundiza el conocimiento espiritual, las palabras y rituales que habían parecido completamente vacíos durante muchos años, de repente se abren a nuevos mundos llenos de significado. El Focusing está usándose actualmente en una variedad de tradiciones religiosas, incluida el Judaísmo, el Cristianismo, el Budismo, el Budismo Zen, y el Islam. Información adicional está disponible en la página web del Focusing Institute acerca de la Espiritualidad.
3. Pensando desde el borde, PBD. (Thinking at the Edge, TAE): Es una manera de desarrollar el conocimiento implícito en una teoría articulada. Por ejemplo, un profesional podría tener una incipiente sensación sentida acerca de un problema técnico. Practicando TAE, uno puede articular este conocimiento implícito y usarlo para generar conceptos explícitos, o incluso una teoría formal, que otros pueden utilizar. TAE está enseñándose actualmente y aplicándose en una variedad de contextos que van desde los negocios a la psicoterapia.
4. Investigación: En adición a la investigación ya realizada en campos como la psicoterapia (Hendricks, 2002) y la educación (Zimring 1983, 1985; Zimring & Katz, 1988), la filosofía de Gendlin presenta desafíos profundos e investigables para el pensamiento convencional en campos tan diversos como la genética (Gendlin, 1997, el pp. 882-3), física (Gendlin, E.T. & J. Lemke, 1983), lingüística y antropología (Gendlin, 1997, el pp. 122-215).
5. Cambiando la visión mecanicista del mundo: La ciencia materialista satura nuestro pensamiento, con efectos negativos. La filosofía de Gendlin desafía esto en todos los niveles. Por ejemplo, en “Un Modelo Procesal”, Gendlin criticó la teoría neo-darwiniana de la evolución, mostrando que la vida no podría haber evolucionado sólo pasivamente y mecánicamente, y predijo que otros procesos específicos debían estar implicados. Cuando la primera edición de “Un Modelo Procesal” apareció en 1981, la afirmación de Gendlin parecía ultrajante. Hoy, la visión de Gendlin está empezando a recibir apoyo empírico en la medida que los investigadores descubren que bajo condiciones estresantes los organismos parecen participar activamente en su propia evolución (el ej., Ben-Jacob, E., 1998; Lolle et al., 2005).
Trabajos Destacados.
Gendlin tiene más de 240 publicaciones. Sus dos trabajos filosóficos más destacados son “El Experiencing y la Creación de Significado”, que desarrolla maneras explícitas de acercarse a lo Implícito; y “Un Modelo Procesal”, que demuestra este método al desarrollar un cuerpo de conceptos consistentes para pensar sobre el proceso viviente con implicaciones para nuestro pensamiento acerca del espacio, el tiempo, la ciencia, la genética, la etiología, la conciencia, el lenguaje y la espiritualidad.
Otras grandes obras de Gendlin son:
Crossing and Dipping: Some Terms for Approaching the Interface between Natural Understanding and Logical Formulation.
The Responsive Order: A New Empiricism.
The Primacy of the body, not the primacy of perception: How the body knows the situation and philosophy.
Thinking Beyond Patterns: Body, Language, and Situations.
How philosophy cannot appeal to experience, and how it can.
Referencias Bibliográficas.
· Ben-Jacob, E. (1998). Bacterial wisdom, Godel's theorem and creative genomic webs. Physica A 248, 57-76.
· Ben-Jacob, E., Aharonov, Y., & Shapira, Y. (2004). Bacteria harnessing complexity. Biofilms 1, 239–263 (doi:10.1017/S1479050505001596)
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Notas del Traductor:
[1] Título original en ingles: “Experiencing and the Creation of Meaning”; obra aún no traducida al español.
[2] Título original en ingles: “A Process Model”; obra aún no traducida al español.
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